Debería ir a la peluquería y recortarme también la barba de náufrago. He acabado alcanzando, como tantas veces, la fase "vagabundo", pero siendo precisamente fiel a fase tan gloriosa, no tengo excesiva prisa por hacer algo al respecto.
Esta mañana he atendido a una mujer muy simpática que trabajó con Maite en el Instituto de Binéfar y quería que le hiciese un estudio de jubilación. Me ha dicho que había engordado y yo le he dicho, en broma, que esa no era la mejor manera de comenzar nuestra relación profesional. Ella se ha reído y me ha dicho que seguía (?) siendo muy guapo (pero más gordo). Con mi aspecto capilar no sé siquiera cómo no ha salido corriendo.
Y no tengo excusa, porque después de un par de maquinillas baratas finalmente me compré en Amazon la misma recortadora de barbas que, según la publicidad de la caja, utilizaba el imberbe portero Iker Casillas, una herramienta que funciona muy bien y permite escoger la longitud exacta de los pelos de mi rostro de hombre de Cromañon.
Lo que sucede es que yo llevo barba por comodidad, para no tener que afeitarme, así que la dejo crecer, digamos, a su aire. Veo a mi alrededor y en la televisión y en revistas barbas que requieren más trabajo que el sencillo acto de afeitarse; barbas hidratadas, peinadas, barbas cuidadosa y trabajosamente recortadas, y la verdad es que yo no me veo capaz de perder tanto tiempo. Prefiero sentarme en mi sofá favorito a mirar la pared dándome cuenta de nada mientras el tiempo avanza segundo a segundo, milímetro a milímetro.
jueves, 20 de abril de 2017
Barbas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Barbas aparte, tu última frase me ha recordado un artículo que he leído esta mañana y me ha gustado:
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/rafael-santandreu-nueva-enfermedad-ociofobia-5987280
Un beso
He leído la entrevista y estoy totalmente de acuerdo con Rafael Santandreu. Yo soy un especialista en aburrirme (o esperar que se me ocurra algo que merezca la pena).
La ansiedad me viene por otros cosas -genes, el tipo de trabajo que tengo-, pero poco a poco estoy aprendiendo que un modo de mitigarla es no tener nunca prisa.
Un beso.
Sí, entrevista (no artículo). No tener nunca prisa es sabiduría.
Me acuerdo de una frase de Mafalda: "lo urgente no nos deja tiempo para lo importante". Pero es que tratamos como urgentes muchos temas que en realidad no lo son.
Otro beso!
"tratamos como urgentes muchos temas que en realidad no lo son"
Exacto.
Besos a ambos.
Lo único verdaderamente urgente es ser felices para hacer felices a quienes nos rodean. Vale, cambiemos "ser felices" por "estar bien". O por lo que queramos. Ya me entendéis. Por nosotros y por los demás.
Lo que no sea eso no es urgente. Lo estoy aprendiendo.
Besos.
En Estocolmo había muchos varones con la barba cuidada, muy cuidada, como Joaquín Costa, aparentemente.
Un abrazo
Como aragonés de adopción sé a qué te refieres cuando hablas de la barba de Joaquín Costa: para el restod de la humanidad: es una barba de hipster de manual.
Para mí dejarme barba es, básicamente, dejar de afeitarme. Soy así de simple.
Un abrazo.
Publicar un comentario