Estoy tan cansado que se me cierran los ojos. Debería irme a la cama, lo sé, pero me aferro débilmente a los últimos minutos de este día corriente, este día único desde el comienzo del mundo, este último jalón, finisterre, el extremo más remoto de mi viaje. Debería irme a dormir, es verdad, y lo haré en cuanto haya escrito esto: vivir es un misterio maravilloso.
martes, 23 de febrero de 2010
domingo, 21 de febrero de 2010
Domingo
Fue un domingo por la tarde cuando la humanidad recibió una señal clara de la existencia de vida inteligente en el universo, y la recibió de un modo que nunca había sido imaginado.
Fue un domingo por la tarde cuando enseñaste a tus hijos a lanzar piedras planas contra la superficie del agua en una poza del río. ¡Mirad cómo rebotan una, dos, tres veces, tres!
Fue un domingo por la tarde cuando el vigía avistó tierra. Con las fuerzas que nos quedaban nos abalanzamos hacia el puente de proa y lanzamos gritos de alegría. Fuimos enmudeciendo a medida que nos acercábamos a la isla y crecía el sonido de los tambores.
Fue un domingo por la tarde cuando el francotirador me alcanzó en la cabeza. Yo le estaba diciendo a mi compañero de patrulla que lo que más valoraba en una tía, aparte de que estuviese buenísima, era que supiese respetar mi intimidad, ¿vale? Porque todos necesitamos un espacio propio, no sé si me entiendes. Bang.
viernes, 19 de febrero de 2010
Febrero
Las cigüeñas han regresado a las decenas de nidos que sostienen las torres eléctricas que pueden verse desde la autovía. En las ramas de algunos almendros ya asoman los tiernos brotes que florecerán muy pronto. Ayer salió el sol después de muchos días lluviosos. Todavía no ha terminado el invierno y ya comienzo a echarlo de menos.
jueves, 11 de febrero de 2010
Di que
Di que no es absurdo que un nuevo día termine así, tan fácilmente, como si nunca hubiera existido. Di que comprendes que el ruido que hacen las cortinas exteriores de la terraza al golpear contra el ventanal es debido al viento, di que sabes que no son las velas de un buque zarpando en la oscuridad. Di que la imagen que te devuelve la noche transformada en un espejo eres tú.
martes, 9 de febrero de 2010
El monstruo
Lo peor es descubrir poco a poco que esta crisis económica no va a servir para aprender nada, no va a servir para desintoxicar un sistema corrompido por la codicia y la especulación, no va a servir para sustituirlo por un nuevo modelo más justo, más compasivo, no va a servir para recapacitar sobre las trágicas carencias del capitalismo liberal, lo peor es comenzar a darnos cuenta de que esta crisis ni siquiera castigará a quienes la propiciaron... Oh, es terrible constatar que el monstruo vuelve a recomponerse poco a poco como si nada hubiera pasado y se sacude el polvo del traje con las manos, y nos mira sonriendo con sus dientes blancos, y dice: hay que reducir los salarios, hay que aumentar la edad de jubilación, hay que deshacerse de los inmigrantes hasta que vuelvan a ser necesarios, vamos, vamos, ¿a qué estáis esperando?
lunes, 8 de febrero de 2010
En marcha
Las algas comienzan a moverse bajo el agua, agitadas por el viento submarino. También aquí arriba se ha levantado una brisa fresca y largamente esperada. El lunes, este nuevo comienzo de la vida que me queda, se pone lentamente en marcha dejando atrás los sargazos, la calma exasperante, el susurro malicioso de las horas muertas.
jueves, 28 de enero de 2010
Aliento de humo
Por la mañana salí un instante a la terraza y contemplé el pueblo de cristal. El termómetro señalaba cuatro grados bajo cero. El frío convertía mi aliento en humo como si en cada espiración liberase de mi interior un genio de la lámpara. Una bandada de pajarillos grises pasó volando detrás del campanario de la Iglesia de San Pedro. Pensé en sus pequeños corazones, su fuerza y valor para sobrevivir a semejantes temperaturas, su alegría para volar al amanecer sobre el mundo helado. Pensé en mi corazón, más grande que dos pájaros, más grande que tres, latiendo pesadamente.
domingo, 24 de enero de 2010
jueves, 21 de enero de 2010
Migas de pan
A veces tengo la sensación de que cada día sin escribir se disuelve detrás de mí como si nunca hubiera existido, pero yo no pertenezco a la antigua raza de la época del sueño, no soy uno de los gigantes que salieron del mar para crear el mundo nombrándolo y señalando sus árboles, sus montañas, sus ríos; yo pertenezco a la raza del tiempo veloz, este tiempo que se precipita día y noche, también mientras duermo.
A veces tengo la sensación de que cada día sin escribir es una miga de pan que se ha comido un pájaro. No encontraré el camino de vuelta. Me perderé en el bosque. Desapareceré para siempre.
sábado, 16 de enero de 2010
Para no pensar
Despierto de la siesta cuando la luz comienza a menguar en la claraboya del techo. Para no pensar en niños y adultos atrapados desde hace días bajo los escombros, pobres almas agonizando de sus heridas, de hambre y de sed, decido encender la chimenea. La madera está húmeda y a las ramas y piñas debo añadir una pastilla blanca que huele a petróleo. La leña humea, sisea, se resiste, pero finalmente acaba crepitando y consumiéndose. Me sirvo un Jack Daniel's y me abandono al hipnótico mensaje del fuego que baila y dice: «soy ajeno a ti». Como el mar. Como la lluvia.