miércoles, 22 de febrero de 2012

Clink

Noche larga e inquieta con la cabeza bullendo de pensamientos, algunos absurdos y otros extremadamente racionales. Me levanto antes de que suene el despertador preguntándome si seré capaz de cumplir todos mis propósitos. Esperando el clink del microondas que calienta mi desayuno caigo en la cuenta de que ignoro cuánto tiempo me queda.

sábado, 18 de febrero de 2012

Sin título

Giras alrededor de ejes sepultados
bajo toneladas de hielo.

Tus pulmones se llenan y se vacían
a treinta y siete grados centígrados.

Ningún misterio es pequeño.

miércoles, 15 de febrero de 2012

El gesto de una mano

El cuatro de marzo se acerca. Cinco años. Qué pronto pasaron. Las cuatro estaciones girarán y girarán sin cesar hasta que el mundo entero se encienda como una polilla en contacto con el sol; las cinco estaciones no, ellas tienen un comienzo y un final. Verano, otoño, invierno, primavera y algo más, no sé qué, un aliento, una sombra, el gesto de una mano o unos labios.

domingo, 12 de febrero de 2012

De uno en uno

Abandonos. Malentendidos. Pequeñas traiciones. Pereza. Descuido. Bifurcaciones. Últimamente, no sé por qué, pienso mucho en las personas que por un motivo u otro dejé o me dejaron atrás en el camino. A estas alturas de mi vida comienzan a formar un grupo relativamente numeroso. Algunas noches sueño con ellos y les echo de menos de uno en uno.

viernes, 10 de febrero de 2012

Estar aquí

Siete grados bajo cero, un cielo sin nubes, peatones de rostros ocultos por bufandas, pequeños pájaros en las ramas peladas de los castaños de indias, la luz del sol ilumina la fachada de ladrillos caravista de la fachada de enfrente, la agencia está en silencio, la persiana bajada, un nuevo día comienza en el somontano de Huesca y yo estoy aquí.

domingo, 5 de febrero de 2012

Submarinos

Es domingo y caminamos por los pasillos de nuestras casas con la naturalidad de los tripulantes de un submarino. Dentro estamos a salvo del viento, la nieve, los calamares gigantes, las olas gigantes, el universo gigante, los sentimientos gigantes.

jueves, 2 de febrero de 2012

Wislawa Szymborska

Leo que se ha muerto y la noticia me emociona profundamente. Yo, lo reconozco, soy de los que descubrí a Wislawa Szymborska cuando le dieron el premio Nobel, y recuerdo mi maravillada sorpresa al encontrarla. Pero todo lo que hoy pueda escribir sobre ella, hoy precisamente y no ayer, está infectado por la triste, la pedestre oportunidad que ella hubiera desdeñado con una sonrisa. Mejor callar y leer sus poemas. Mejor seguir viviendo, como hasta ahora, en su compañía.

lunes, 30 de enero de 2012

Pum pum

Las campanadas de la iglesia de San Pedro sobrevuelan la noche helada hasta alcanzar este dormitorio y después, al cesar, abandonarme en la orilla del acompasado latido del corazón que escucho en la almohada contra mi oído derecho. Pum pum, pum pum, pum pum.

sábado, 28 de enero de 2012

El traje del emperador

De que escribir era
el traje del emperador
uno se da cuenta
al dejar de hacerlo.

No hace falta que
un niño lo grite
entre la multitud, eso
no es necesario.

Lo que cabe hacer ahora es
inventar un punto en el horizonte y,
desnudo y con la cabeza alta,
emprender la marcha sin mirar atrás.

lunes, 23 de enero de 2012

Bancos de niebla

Por la mañana, camino de Barbastro, había bancos de niebla en los que entraba y salía. Nubes enredadas en el campo.

Los lunes son días complicados en la Agencia y hoy no fue una excepción: al bajar la persiana mi mente estaba tan saturada que era incapaz de hilar un pensamiento razonable.

Después de comer los garbanzos que había dejado preparados el día anterior recogimos la mesa entre los tres. Al ir a poner en marcha el lavaplatos me di cuenta de que quedaban muy pocas pastillas de jabón y las añadí a la lista de la compra adherida a la puerta del frigorífico.

Cuando desperté de la siesta ya era de noche y durante un momento me sentí perdido. En la pantalla de la televisión un barco de pesca se elevaba y caía entre las inmensas olas del Mar de Bering. A pesar de la tormenta los pescadores sacaban del agua grandes jaulas llenas de cangrejos y las vaciaban en la bodega tratando de no perder el equilibrio y precipitarse en la gélida oscuridad.

sábado, 21 de enero de 2012

Después del ensayo

Después del ensayo vamos a tomar una copa al Chanti. La música que todavía suena en mi cabeza pronto será sustituida por voces y risas.

Muchas de las cosas que más me gustan se repiten.

jueves, 19 de enero de 2012

Nemo

No sé qué luna brilla en el cielo nocturno ahora. No sé si hay niebla. No sé si está helando. Escribo bajo techo, pasajero de una nave que surca el tiempo.

sábado, 14 de enero de 2012

Dados

C. trabajaba de mecánico de motos en Barcelona cuando conoció a través de internet a una joven de México. Se enamoró de ella y al cabo de algunos meses cruzó el Atlántico para comenzar una nueva vida. A pesar de las advertencias de familiares y amigos su relación virtual desembocó en un amor verdadero, algo que él, por supuesto, ya sabía que sucedería. Ignoraba, sin embargo, que al cabo de varios meses de felicidad un gran cuatro por cuatro se empotraría contra su coche poniendo su mundo al revés y zarandeando su cuerpo como si fuese un dado botando y rebotando dentro de un cubilete. Los bomberos que le rescataron no daban crédito cuando comprobaron que su pulso latía. Su madre, que después del divorcio había abierto un pequeño hotel en el Prepirineo aragonés, recibió la llamada de madrugada, una llamada que sin vergüenza alguna hablaba también del dinero necesario para que operasen a su hijo. Rápidamente condujo hasta Barcelona y allí tomó el primer avión rumbo a México. Al cabo de muchas semanas regresaron a casa. Una ambulancia esperaba en el aeropuerto. Algunas intervenciones quirúrgicas después madre e hijo se sentaron por primera vez al otro lado de mi mesa. Él era el vivo retrato de los supervivientes de Auschwitz, un saco de huesos coronado por un cráneo desde el que dos enormes ojos ajenos a su edad me miraban sin ver.

C. vino a la Agencia el otro día. Apoyó las muletas a ambos lados de la silla y me sonrió con una mueca. Además del asunto profesional que nos llevamos entre manos volvió a preguntarme por algunas aplicaciones del iPhone de las que habíamos hablado en ocasiones anteriores. Su mirada conservaba la huella del dolor y recuerdo que pensé que ya nunca desaparecería de sus ojos. Al despedirse me dio la mano y a continuación salió a la calle mecido como yo, como tú, por la corriente.

Somontano

domingo, 8 de enero de 2012

Estaciones

Llevo a mi hija de diecinueve años a la estación de autobuses. La Navidad ha terminado.

sábado, 7 de enero de 2012

Carrer Major

Sucedió esta mañana. Era el primer día de la temporada de rebajas y el carrer Major rebosaba de gente. Yo esperaba a Maite en la esquina de Cavallers, al lado de Zara, cuando me fijé en una mujer que caminaba en mi dirección. Lloraba. En su mano derecha llevaba un pañuelo de papel. Vestía un uniforme de trabajo negro, tal vez un traje de camarera. Pasó a mi lado sin mirarme y siguió su camino. Yo me di la vuelta con la discreción a la que estamos habituados todos los hombres y la vi alejarse calle arriba.

jueves, 5 de enero de 2012

Si no tienes miedo

El viento agita violentamente
la cortina exterior de la terraza.
Es basta y rudimentaria,
un apaño que inventé
para que el sol del verano
no convirtiese la buhardilla
en un horno. Ahora
el viento la vapulea contra el cristal
y yo contemplo su ira
sentado ante mi mesa,
libre, gordo y a salvo
de las inclemencias de
la meteorología,
no del tiempo.
Todo es tan absurdo.
Los espejos en primer lugar
y después, si no tienes miedo,
el corazón.

miércoles, 4 de enero de 2012

Vivo de sueño

Iba a escribir que me muero de sueño pero al momento me he dado cuenta de que sucede justamente lo contrario: vivo de sueño.

domingo, 8 de mayo de 2011

128

La tarde del domingo se desliza plácidamente como un río ancho y caudaloso. Sobre su superficie viajan algunas ramas flotantes, chillidos de pájaros, nubes.

sábado, 7 de mayo de 2011

127

Lluvia durante todo el día. Por la tarde me asomo a la terraza de mi buhardilla y grabo un minuto de su repiqueteo.

viernes, 6 de mayo de 2011

126

Después de comer estoy tendido en la cama, con el estómago lleno de garbanzos como el del lobo de cabritillos, cuando escucho voces en la calle: ¡Miramón! ¡Miramón! Tras unos segundos de confusión deduzco que es la horda de mi hijo, a quien siempre llaman por su apellido, nunca por su nombre, una costumbre entre los cromañones adolescentes de este territorio. Poco a poco el volumen de los gritos de Carlos y sus amigos disminuye a medida que se alejan en busca de nuevos lugares donde hacer resonar sus voces en pleno proceso de cambio hormonal. Cuando todo vuelve a quedar en silencio cierro los ojos e intento dormir un poco, hoy tengo ensayo con la coral y necesito estar descansado. Mientras me deslizo suavemente en el agujero de gusano el lobo continúa durmiendo y roncando bajo un árbol, su barriga llena de cabritillos todavía vivos. No sabe lo que le espera.

jueves, 5 de mayo de 2011

125

Para escribir literariamente es imprescindible la desfachatez.

miércoles, 4 de mayo de 2011

124

Al salir del trabajo me llama la atención el color achocolatado del río Vero, que corre veloz ceñido por el cauce de hormigón que cruza la ciudad. El sol brilla en el cielo despejado y caigo en la cuenta de que la turbiedad del agua es fruto de las tormentas de las montañas, que suelen ser violentas y espectaculares. La lluvia cayó con fuerza allí arriba no hace demasiado tiempo, tal vez anoche o incluso esta misma mañana, y ahora, al mediodía, bajo la luz radiante del somontano, sus consecuencias fluyen delante de mí rumbo al río Cinca, el gran Ebro y el mar lejano. Durante un instante veo con claridad lo que miles de poetas cantaron: el paisaje convertido en piel sensible, las venas y arterias del mundo, las tormentas del corazón, nuestras vidas, el río.

martes, 3 de mayo de 2011

123

Siendo músico aficionado, ¿cómo no amar con devoción la cerveza Guinnes, cuyo logo es una preciosa arpa irlandesa?

lunes, 2 de mayo de 2011

122

Me levanto tarde y me encuentro con la noticia de que Estados Unidos, después de diez años de búsqueda, ha terminado localizando y asesinando a Bin Laden. Nunca hay que desestimar la potencia arrasadora de los sentimientos, y si se trata de venganza todavía menos. Estados Unidos necesitaba vengar el terrible atentado de las torres gemelas y llegó a ofrecer una recompensa de cincuenta millones de dólares a quien entregase a Bin Laden vivo o muerto. Durante todos estos años ese hombre se convirtió en una especie de personaje de película de James Bond, un malvado Doctor No que se escondía en cuevas y refugios secretos escapando de sus perseguidores siempre en el último instante. Entretanto Al Qaeda, la organización terrorista que él había creado, asesinaba a centenares de personas en Madrid, en Londres, en Bombay, en Marrakech el otro día. Yo soy de los que opinan que el fundamentalismo islámico internacional es actualmente uno de los grandes enemigos de la libertad, como lo fueron en su día el fascismo y el comunismo, y en ese sentido me ha aliviado saber, desde mi condición de ateo, que Bin Laden no volverá a aparecer en televisión amenazando con el índice a los infieles del mundo entero. Nadie duda de que el terrorismo islámico continuará existiendo, incluso es previsible que arrecie en las próximas semanas y meses, la venganza es un camino sin fin, pero hoy en Nueva York miles de personas manifiestan su alegría gritando y bailando en las calles. No, nunca hay que desestimar la fuerza arrasadora de los sentimientos.

domingo, 1 de mayo de 2011

121

Por la mañana llamo a mi madre para felicitarla. Su voz al otro lado del teléfono es viva, enérgica, preciosa. Hablo con ella durante unos minutos y luego le paso a Maite, con quien a menudo sospecho que se entiende mejor que conmigo. No voy a escribir nada sobre mi madre en este momento porque me pondría a llorar inmediatamente, y escribir y llorar al mismo tiempo es un poco complicado (aunque no imposible, puedo dar fe de ello). Sólo quisiera decir que a punto de cumplir cuarenta y ocho años amo a mis padres más de lo que les he amado jamás.

sábado, 30 de abril de 2011

120

Un pajarico se posa en una de las delgadas ramas del hibisco que veo desde aquí, en el interior de mi casa, al otro lado de la puerta de la terraza, mis ojos humanos ocultos en la oscuridad. Su corazón envuelto en suaves plumas canta confiado. Pienso que si tuviera en mis manos una escopeta de perdigones podría acabar con él en un instante. Levanto los brazos y dibujo en el aire el escorzo de lo que acabo de imaginar. Apunto a su cuerpo más pequeño que una pelota de tenis. El dedo índice de mi mano izquierda es mayor que él. Disparo. El pájaro canta todavía durante un rato, mira a la izquierda, mira a la derecha, y con un golpe de alas sale de mi campo de visión. No he cambiado la postura: mi brazo izquierdo recto, el derecho en posición de apretar el gatillo. El vello de mis antebrazos, a contraluz, parece hecho de hilos de oro.

viernes, 29 de abril de 2011

119

De todos los días que viviremos, ¿cuántos habrán merecido realmente la pena? De todo lo que dijimos, lo que diremos, ¿qué fue verdaderamente importante? ¿Tan difícil es aceptar que nuestra existencia, por lo demás extraordinaria, incomprensible, se nutre de sucesos banales, de fragilidad, de olvido, de polvo?

jueves, 28 de abril de 2011

118

En el lado izquierdo de mi cabeza el cabello crece un poco más débil que en el resto, es algo apenas perceptible que los peluqueros ven todos los días. Esto sucede por el peso de nuestra cabeza sobre la almohada al dormir de costado, el peso de nuestra cabeza soñando durante cientos, durante miles de noches.