viernes, 15 de octubre de 2010

Decimoquinto día

Alertado por el ruido, Carlos me pregunta si me estoy afeitando y yo le contesto que no, que sólo me estoy depilando el vello de las orejas. Mi hijo, intrigado, entra en el cuarto de baño. Sí, le digo, observa esta pequeña máquina, no parece gran cosa, ¿verdad? Pues de eso nada, aquí donde la ves se trata de una máquina tan inteligente que su mera utilización genera y asegura su propio porvenir. ¿Qué quieres decir, papá? Quiero decir, hijo mío, que una vez que has empezado a depilarte el vello de los oídos con una depiladora eléctrica deberás seguir haciéndolo hasta el final de tus días, porque los pelos crecerán cada vez más fuertes y visibles, ¿es o no es inteligencia artificial? Ah, y también sirve para eliminar los de la nariz... Eh, pero, ¿por qué te alejas haciendo muecas de asco? ¡No huyas, cobarde! ¡Algún día también tú te someterás a su poder! ¡Algún día!

12 comentarios:

NáN dijo...

No te esfuerces. Yo pensaba que de mayor sería igual que de joven, pero con arruguillas y, a lo mejor, algo calvo.

Hay dos cosas para las que la imaginación humana no da de sí. Cuando te cueces de calor y alguien, muy lejos, te dice que llueve y hace frío (incapacidad total de imaginarlo sintiéndolo). La otra, el paso del tiempo.

¿Marca de la máquina, por favor? Tengo una mecánica, de Suiza, que te los arranca de pelo en pelo, con muchísimo dolor.

Elvira dijo...

¡No huyas, cobarde! Jajajaja!!!

Diva Gando dijo...

Mucho sex appeal no tiene la entrada, no. Eso sí, mucho realismo.

Jesús Miramón dijo...

Oh, Nán, es una maquinilla barata pero efectiva (e inteligente, como dije), yo la compré en un Carrefour o similar y es exactamente ésta. La tengo desde hace tres años y estoy contento.

Jesús Miramón dijo...

Es que tenías que ver la cara que puso, Elvira. ¡Pero él tampoco escapará!

:-)

Jesús Miramón dijo...

¿Sex appeal? ¿Sex appeal? ¿Qué debe significar eso? -me pregunto rascándome la cabeza despeinada y revuelta, los ojos legañosos, la mejilla izquierda marcada por arrugas de la almohada.

:-)

molinos dijo...

Jamás de los jamases pensé encontrar un post sobre depilación masculina en este blog tan evocador...jajajajaa. Lo que me he reído...y la depilación es así para todos...una vez que entras en ella no hay vuelta atrás.

Me vuelvo con mis risas a la lectura de la prensa.

Jesús Miramón dijo...

Comprendo que algunas veces resulte difícil de creer pero yo, ay, también soy humano. En fin, nadie es perfecto.

:-P

NáN dijo...

Fantástico. Me compraré una. ¡Ya estaba pensando hacerme rastas!

la luz tenue dijo...

A mí empezó a cortarme los pelillos de las orejas mi peluquero, que las primeras veces lo hacía a traición.
Estaba hablando de fútbol, por ejemplo, o de las vacaciones en la playa, y, de pronto, me rasuraba la pelambrera de la nariz sin decir nada. Perdona, perdona.. terminaba siempre.

Ahora ya me corta también los de la nariz y las cejas.

Con qué fuerza crecen, como raspan si los tocas, qué efecto hacen cuando olvidas cortártelos y se enroscan y rizan, como el rabo de los cerditos de Disney.

En fin, cosas de la edad.

Jesús Miramón dijo...

A mí una vez también me pasó eso con un peluquero búlgaro, me sentí tan incómodo que ya no regresé. Pero estas maquinitas funcionan muy bien, José Manuel, y todo queda en la intimidad (hasta que lo publicas en un blog).

Elvira dijo...

Rastas en la nariz, jajajajaaaaaa!