MI MUERTE
Si tengo suerte, estaré conectado
a una cama de hospital. Tubos
por la nariz. Pero intentad no asustaros, amigos.
Os digo desde ahora que está bien así.
Poco se puede pedir al final.
Espero que alguien telefonee a los demás
para decir, "¡ven rápido, se está yendo!"
Y vendrán. Así tendré tiempo
para despedirme de las personas que amo.
Si tengo suerte, darán un paso adelante
para que pueda verles por última vez
y llevarme ese recuerdo.
Puede que bajen la mirada ante mí y quieran echar a correr
y aullar. Pero, al menos, puesto que me quieren,
me cogerán la mano y me dirán "Valor"
o "Todo va a ir bien".
Y tienen razón. Todo va a ir bien.
Me basta con que sepas lo feliz que me has hecho.
Sólo espero que siga la suerte y pueda mostrar
mi agradecimiento.
Que pueda abrir y cerrar los ojos para decir
"Sí, te escucho. Te entiendo".
Incluso que pueda llegar a decir algo así:
"También yo te quiero. Sé feliz".
¡Así lo espero! Pero no quiero pedir demasiado.
Si no tengo suerte, si no la merezco, bueno,
me tendré que ir sin decir adiós ni darle la mano a nadie.
Sin poder decirte lo mucho que te quise y lo mucho que disfruté
de tu compañía todos estos años. En cualquier caso,
no me guardes luto mucho tiempo. Quiero que sepas
que fui feliz contigo.
Y recuerda que te dije esto hace tiempo, en abril de 1984.
Pero alégrate por mí si puedo morir en presencia
de mis amigos y de mi familia. Si es así, créeme,
salí de mi vida por la puerta grande. No perdí esta vez.
Raymond Carver,
de Todos nosotros, 4ª edición, septiembre de 2007.
miércoles, 20 de octubre de 2010
Vigésimo día
Anotado por Jesús Miramón a las 20:12 | Nombres propios
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18 comentarios:
Precioso. Pero mejor en la cama de casa, sin tubos.
Un beso
Raymond Carver murió en la cama de su casa el 2 de agosto de 1988 a las seis y veinte de la mañana, acompañado de Tess Gallagher, su mujer. Tuvo tiempo de despedirse de todos y también de escribir un último poema que he dejado y repartido por todas partes, uno de los mejores que he leído jamás.
Lo transcribiré una vez más, pensando en alguien próximo desde el otro lado de la pantalla a este blog y los que lo precedieron a lo largo de los últimos cinco o seis años:
ÚLTIMO FRAGMENTO
¿Y conseguiste lo que
querías de esta vida?
Lo conseguí.
¿Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme
amado sobre la tierra.
Un beso.
Me ha encantado. Precioso.
Eres un sol, Jesús.
`Limonada´ es mejor.
Bolo
Si os gusta leer poesía os recomiendo con absoluta pasión a Raymond Carver. Seguro que conocéis sus relatos, los que le dieron fama y prestigio, son buenísimos, perturbadores, inolvidables, pero es que sus poemas son también magníficos. Antes existían dos de sus libros editados en la colección Visor: «Un sendero nuevo a la cascada» y «Bajo una luz marina», pero desde hace unos años hay también un libro, el que menciono, «Todos nosotros», que recopila muchos de los poemas de sus cuatro libros (dos no publicados nunca aquí). No están todos («Limonada», por ejemplo, que no es `mejor´ y en rigor es más un relato que un poema, no está, aunque sí aparece en la edición española de «Un sendero nuevo a la cascada») pero los que están, seleccionados por su viuda, son extraordinarios. Lo recomiendo encarecidamente. «Todos nosotros», además, está publicado en edición bilingüe. Además de los relatos ¡leed también los poemas de Raymond Carver, no os arrepentiréis!
`Limonada´ es mejor. Cualquiera a quien se le haya muerto un hijo lo sabe.
Bolo
Y no me creo lo que ´Último fragmento´. Eso es una cursilada de la Gallagher, que allá donde va lo pregona, precisamente porque lo escribió ella.
Bolo
Y no me creo lo que ´Último fragmento´. Eso es una cursilada de la Gallagher, que allá donde va lo pregona, precisamente porque lo escribió ella.
Bolo
Eso pasa cuando se habla de poemas, que salen estribillos.
B.
¿Mejor que cual, que el que he puesto en el blog, que el que he puesto en el comentario? ¿Mejor en relación a qué? «Limonada» es buenísimo, pero no es mejor ni peor que muchos otros poemas de Carver que hablan de otras cosas. Y decir que es mejor porque cualquiera a quien se le haya muerto un hijo lo sabe es absurdo ¿sabe qué? ¿que el poema de hoy no habla de la muerte de un hijo sino de la propia muerte, que sabía ya próxima? Perdona, Bolo, no me gustaría enredarme en una discusión contigo sobre la poesía de Carver después de que hayas escrito «Limonada es mejor», punto, ya está, sin más, y luego que «es mejor, cualquiera a quien se le haya muerto un hijo lo sabe» . No lo haré, pero antes de finalizar quiero decir que yo soy incapaz de hablar así de la poesía en general y menos aún de la poesía de Carver (casi todos sus poemas son buenísimos, algo difícil de encontrar), ¿mejor? ¿peor? ¿En esos términos? No.
Y, por supuesto, tampoco se me ocurriría entrar en un blog donde alguien ha dejado el texto de un autor para decir que otro es mejor, así, sin más, algo que en realidad me parece una falta de respeto (y, como tal, de afecto). Lo digo como lo siento. A mí no se me ocurriría hacerlo. Me voy a dormir. Buenas noches.
Leo ahora tus últimos comentarios. Lo cierto es que no acabo de entender qué pretendes, la verdad.
Tienes razón, Jesús, ha sido una descortesía. Te pido disculpas. Además, me expresé mal: lo que realmente quería decir es que Limonada me gusta más que Mi muerte. Lo de “es mejor” es únicamente un término coloquial, así al menos lo interpreto yo. No hay ninguna otra intencionalidad en mis palabras. Lo que ocurre es que a mí me gusta más el Carver que describe que el que se dedica a expresar sus propios sentimientos. Sólo es éso. No me gusta el Carver compasivo, y mucho menos el autocompasivo. Tanto Mi muerte como Último fragmento me parecen autocompasivos; Limonada, no.
Carver es un mito, y sobre los mitos cada uno construye su propia fantasía. La mía es que Carver no escribió Último fragmento. No es más que un convencimiento, algo que quiero creer porque me ayuda a construir la figura del Carver que me conviene: la que he modelado con sus lecturas. Cierto que no coincido con todo el mundo: La brida, por ejemplo, es uno de los relatos que más me cautivan; sin embargo, pasa bastante desapercibido. Y volvemos a lo mismo: cuestión de gustos.
Sobre Gallagher, lo cierto es que tengo una cierta animadversión hacia su persona. ¡Vamos, que le tengo auténtica manía! Pero eso es otra cuestión. Me pasa otro tanto con Lish. Ambos me parecen egoístas; nada generosos. Aunque supongo que conoces perfectamente la discusión que hay sobre el asunto, te dejo este enlace:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=213573
Un abrazo
Bolo
Gracias, Jesús, por el poema y por la información posterior.
Un abrazo
Lo cierto es que no escogí el poema porque sea el que más me gusta de Carver, me gustan más otros, muchos otros, pero ayer quería poner este por unas razones muy precisas. Por cierto, a mí me gustan tanto los descriptivos como los de sus últimos meses en este mundo, que en absoluto me parecen cursis ni autocompasivos (Carver no podría ser cursi ni aunque quisiera) sino profundamente carnales, humanos, incluido Último fragmento, de cuya autoría yo, como todos los libros y antologías, no dudo.
Conocía lo que se dice (y dice él mismo) del editor Gordon Lish, quien, a este paso y con Raymond muerto e indefenso, acabará por declararse el autor real de la obra de Carver. No es la primera vez que sucede con un escritor de prestigio: siempre han existido especies animales carroñeras, tanto aéreas como terrestres, que basan su nutrición en esas cosas.
Sobre Tess Gallagher… sospecho que se le aplica la doctrina que yo vengo en llamar «doctrina Constanze», por Constanze Mozart, probablemente la mujer más odiada del mundo de la música, harpía y bruja que amargó la vida al gran compositor, afirmaciones todas ellas que se contradicen brutalmente con las cartas del músico, los testimonios de quienes les conocieron y los mismos actos de ella, tanto cuando estaba casada con él como cuando quedó viuda y volvió a casarse: siempre se quisieron muchísimo. Yoko Ono, Constanze Mozart, Tess Gallagher, la última esposa de Alberti, que no recuerdo cómo se llama, siempre es lo mismo: todas son unas zorras aprovechadas del talento y genio de sus maridos, incluso después de muertos estos. Respeto las manías personales, yo también las tengo, respeto que uno le tenga manía a la viuda de Carver, por ejemplo. Yo, por ahora, no se lo tengo, y el testimonio que guardo de Raymond hacia ella, sus poemas, está lleno de amor y agradecimiento. A mí con eso y esta fotografía me basta.
Gracias, José Luis, te lo recomiendo. Un abrazo.
Me acabo de comprar el libro en edición bilingüe esta tarde. Ya te contaré. :-)
ESpero que te guste tanto como a mí, yo lo tengo aquí mismo, sobre la mesa. Un beso.
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