Observo conmovido el rescate de los mineros atrapados en Chile, las emocionantes escenas de su llegada al mundo exterior tras más de dos meses sepultados, y también las entrecortadas imágenes tomadas desde el interior del refugio que muestran a la cápsula de salvamento asomando milagrosamente en el techo de roca, esa estrecha cabina que, con un hombre en su interior, recorrerá seiscientos veintidós metros atravesando la tierra rumbo a la superficie, a la luz, al aire fresco y los seres queridos; esa cápsula que se llama Fénix e inmediatamente me hace pensar en Julio Verne.
miércoles, 13 de octubre de 2010
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5 comentarios:
Durante el tiempo que ha durado el rescate he pensado sobre todo en el último minero, ese que tendría que estar casi una hora a solas en el fondo.
Tienes razón, ahí está de nuevo el visionario Julio Verne.
Un beso
Esa hora debió durar otros treinta y tres días.
Bolo
Setenta días.
Bolo
Yo también estoy emocionada. Un beso
En pocos meses van a hacer la película (incluso he oído en alguna emisora que le han propuesto el papel a Javier Bardem, con la manía que me da), les han invitado a asistir a partidos de fútbol del Real Madrid y del Manchester United, ¡Apple les regala un iPod a cada uno! ¿No es absurdo todo eso?
Pero yo me quedo con las escenas donde se abrazaban con sus mujeres, hijos, novias, madres, amigos, todos gente humilde, rasgos indígenas, jerseys de lana. Vale, reconozco que yo soy uno de los cientos de millones de personas de todo el mundo que lloraron viendo cómo se abrazaban.
Besos.
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