jueves, 14 de octubre de 2010

Decimocuarto día

Conduzco de regreso de Lérida con el sol retirándose a la izquierda, su luz definitivamente otoñal iluminando los maizales, un campo de golf, las viñas de Raimat. No he puesto música en el equipo del coche y sólo se escucha el aire deslizándose sobre la carrocería, el ronroneo del motor diesel, mi respiración.

8 comentarios:

Portarosa dijo...

Y mi repetido aplauso, una vez más, a tu forma de darte cuenta y de decirlo.

Elvira dijo...

Digo lo mismo que Portorosa.

Un beso

molinos dijo...

Y yo lo digo más.

Ha sido como ir conduciendo.

Anónimo dijo...

¿Diésel? ¡Qué horror!


Bolo

Jesús Miramón dijo...

Me gusta conducir.

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(Turbodiesel, para ser más exacto, y va de maravilla).

Anónimo dijo...

¡Encima turbo!


Bolo

estrella dijo...

¡He pasado tantas veces por ese mismo pedacito de tierra! Y en todas las estaciones...
Cuando lo hago, como sé de tus viajes hasta Lleida, por ejemplo, para ir al dentista, te imagino muchas veces.

Gracias por las palabras y que el sábado sea amable.

Jesús Miramón dijo...

Gracias, Estrella, el sábado está siendo tranquilo y gozoso. La temperatura, que me permite llevar una vieja chaqueta de lana, es la ideal para mí. De las cinco estaciones mi favorita, sin ninguna duda, es esta.