Me da igual haberlo escrito decenas, cientos de veces. Hoy jamás volverá a existir. Y de algún modo eso le da sentido al mundo. Me fascinan lo cohetes espaciales despegando de la fuerza gravitatoria de la tierra con miles de toneladas de combustible ardiendo en inmensas nubes de fuego y humo hasta alejarse y perderse en el espacio. Pues bien, el combustible de nuestro viaje es que cada día se consume y arde y nos empuja hacia adelante sin sentimiento alguno -el sentimiento es un invento nuestro que al tiempo no le importa nada.
Los vencejos vuelan acrobáticamente en el cielo, quebrando su vuelo en el último segundo y devorando moscas y mosquitos. Es algo que no puedo comprender. Son muchísimo más inteligentes y útiles que yo, este ser humano que escribe al otro lado de la ventana sin aportar al mundo poco más que su peso muerto en esta silla delante de su portátil y el ventilador.
lunes, 17 de junio de 2019
Diecisiete de junio
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