Cinco y media de la madrugada. Veinticuatro grados. Duermo sobre la cubierta del colchón con todo abierto. Mi calle en general es poco transitada, hasta hace un rato sólo se escuchaba el croar de las ranas junto al río, pero acaba de pasar alguien silbando, probablemente camino del trabajo. Me ha hecho sonreír.
jueves, 27 de junio de 2019
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