jueves, 19 de septiembre de 2019

Diecinueve de septiembre

Que el cambio climático es una evidencia científica creo que nadie, salvo el actual presidente de Estados Unidos, lo duda. Los últimos glaciares del Pirineo desaparecen a una velocidad galopante y los fenómenos meteorológicos desastrosos son cada vez más frecuentes. Los agricultores y apicultores que atiendo en mi trabajo lo confirman.

Pero hay algo en el relato de lo que está sucediendo que siempre rechina en mis oídos. Es esa alusión a la acción del ser humano como si nosotros fuésemos algo ajeno al planeta. El cambio climático es producto de la tierra. Concretamente de la proliferación desmesurada de una de las millones de especies que han existido en ella: nosotros. No somos alienígenas. Somos compañeros de viaje y evolución de absolutamente todas las especies que existen en la tierra, desde las anémonas más antiguas y primitivas hasta los chimpancés, pasando por insectos, peces, hongos y líquenes. No será (o sería) la primera vez que el éxito se traduce en destrucción. Ha pasado muchas veces. La tierra, nuestro pequeño planeta azul, sobrevivirá hasta ser engullida por el sol.

Pero no nos dejemos llevar por el vértigo. Hagamos lo posible para ralentizar lo inevitable o, si tenemos lo que hay que tener, colonicemos otros mundos. No existe otra posibilidad si queremos sobrevivir. Como cada ser humano individual, cuando nacemos comienza a correr la cuenta atrás. Si queremos que esto no sea así como especie deberemos alejarnos de nuestro hogar y buscar otros. La cuenta ya ha comenzado a correr y creo que nada podrá detenerla.

2 comentarios:

fernando dijo...

Jesús, llevaba unos días sin poder leerte y he quedado boquiabierto por la coincidencia de lo que escribes en este post y lo que he estado rumiando últimamente.

Nos están imponiendo una visión del cambio climático en la que el ciudadano corriente es el "culpable" último de cuanto está ocurriendo. Esta estrategia no deja de ser otra arma más de manipulación y control auspiciada por nuestra connivencia culpable.

¿Qué nos hace pensar que los seres humanos seamos agentes externos al mundo, aliens como tu bien señalas, y no el instrumento de la naturaleza para generar sus cambios cíclicos? ¿Es el cambio algo negativo o sólo desde una perspectiva etnocéntrica? ¿Qué nos hace creer, contradiciendo las teorías de la neurociencia, que el yo actor no es más que un mero espejismo, un punto de referencia, sin una capacidad real de ejercer control?

Me extraña que nadie señale esas contradicciones y que asumamos sin contradecir unas tesis - y no dudo que el cambio exista- que benefician intereses espureos.

Me alegra mucho leerte.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Coincido contigo, Fernando, y me alegro de no ser el único en verlo así. A veces me siento un poco marciano (pero nunca lo seré, soy tan terrestre como el musgo) hablando de este tema con algunas personas. Formamos parte de la naturaleza como cualquier otra especie, y si cambiamos el clima no será algo ajeno a la tierra sino el producto de la evolución descontrolada de una de sus millones de especies. Y por lo que decimos creo que podemos asegurar que el planeta sabrá -es una manera de hablar- muy bien qué hacer con nosotros. Pero somos la Tierra, no otra cosa. ¿Que podamos colonizar otros mundos? Sueño con ellos. Pero siempre seremos la Tierra. Un abrazo.