lunes, 23 de septiembre de 2019

Veintitrés de septiembre

Me angustia pensar en la navidad. Y no porque este año la celebremos en mi casa: disfruto cocinando para las personas que quiero, pero cada año que pasa odio más la navidad. No la necesito y no me produce absolutamente ninguna ilusión. Ninguna. Y tanto es así que ahora, cuando todavía no ha terminado septiembre, ya comienza a darme manía.

No aludiré a la fiesta del consumismo desbocado, etcétera, no. Es el conjunto. Las luces en las calles, los adornos, los putos villancicos, los belenes. Añoro un futuro, si añorar el futuro es posible, en el que mi compañera y yo podamos no celebrar la navidad y retirarnos durante esos días a una pequeña casa rural en el bosque sin comida especial, sin regalos ni noticias navideñas, sólo días normales en los que pasear y dormir a rienda suelta y nada más.

¿Que por qué no lo hacemos ahora? Es fácil de comprender: por amor, porque mis padres viven. Ellos crecieron en la terrible posguerra civil española y en sus vidas la navidad es un acontecimiento muy importante. Da igual que nos reunamos tres o cuatro veces al año toda la familia: la navidad es la navidad y debe celebrarse. Mientras ellos permanezcan en este mundo, y espero que sea durante muchos años, acataré sus tradiciones porque les amo. Y al escribir esto lo cruzo con lo que escribí en el párrafo anterior: "Añoro un futuro", y algo se rompe en mi corazón al darme cuenta de que en ese futuro ellos no estarán. No añoro su ausencia, lo haré en su momento o quién sabe, tal vez otros me añoren a mí. Es difícil escribir sobre estas cosas sin contradecirse o enredarlo todo sin querer, pero creo que se entiende lo que quiero decir, a pesar de mis limitaciones para hacerlo.

El caso es que esta tarde he pensado en la navidad sin venir a cuento, en su relativa cercanía, y me he angustiado un poco. Sólo me calmará pensar los menús y, sobre todo, cocinarlos. No me complicaré la vida, somos demasiadas personas. Eso sí, en honor a mi madre los fritos -calamares a la romana, empanadillas, croquetas- no faltarán. Las navidades de mi familia son imposibles sin ellos.

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