domingo, 15 de noviembre de 2009
martes, 10 de noviembre de 2009
La vuelta al mundo
Como los presos que recorren
la celda arriba y abajo
contando sólo los pasos,
no las idas y venidas,
no el muro, sólo
los pasos hasta haber
dado la vuelta al mundo.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Fin de semana
Me ducho después de cenar: ¡no me duchaba desde el viernes por la mañana! Tampoco me he afeitado desde entonces, ni me he cambiado de ropa: he pasado los dos días vestido con los mismos pantalones viejos, la misma camiseta de algodón con agujeros, la misma chaqueta azul de lana llena de pelotillas. No he salido de casa para nada, no me ha dado la luz del sol ni me ha embestido el viento que derribó una maceta en la terraza. He leído el último libro de Antony Beevor; he cocinado fabada asturiana, gallos, pimientos verdes fritos, mejillones a la marinera, salmón al horno con patatas, ensalada de aguacate y gambas, jamón con pan con tomate; he bebido vino y whisky; esta misma tarde he planchado una enorme cesta de ropa y un rato más tarde, después de cenar, me he duchado al fin.
viernes, 6 de noviembre de 2009
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Arbustos rodantes
Las nieblas matinales de la semana pasada han sido borradas por el viento que sopla desde el lunes. En la valla metálica que protege la autovía se acumulan los arbustos rodantes que han sido arrastrados hasta allí. El aire es tan transparente que las montañas que se perfilan al final del paisaje, más allá de los rojizos viñedos del somontano, parecen más altas y más cercanas que ayer. Ojalá pudiera seguir conduciendo hasta la última carretera local, hasta el último camino donde dejar el coche, y continuar después a pie ladera arriba, paso a paso, sin desfallecer.
martes, 3 de noviembre de 2009
Tristes trópicos
«Nos encontrábamos en una llanura que probablemente seguía hasta el río Paraguay, tan plana que el agua no llegaba a evacuarse, cuando estalló la tormenta más violenta que jamás he tenido que afrontar. Ningún abrigo posible, ningún árbol se veía en el horizonte: no teníamos más remedio que avanzar, tan chorreantes y empapados como nuestras cabalgaduras, mientras el rayo caía a diestra y siniestra como los proyectiles de un tiro de estacada. Después de dos horas de prueba la lluvia paró; se comenzaron a ver los remolinos que circulaban lentamente por el horizonte, como en alta mar. Pero en la extremidad de la llanura ya se perfilaba una terraza arcillosa, de algunos metros de alto, sobre la cual unas diez chozas se recortaban contra el cielo.»
Tristes trópicos, Ediciones Paidós, 1994 (la edición original es de 1955, Plon, París). Traducción (soberbia) de Noelia Bastard.
Claude Lévi-Strauss, 28-11-1908 / 1-11-2009.
Un magnífico artículo de Xavier Rubert de Ventós.
Anotado por Jesús Miramón a las 23:20 | Nombres propios
domingo, 1 de noviembre de 2009
Todos los santos
Avanzo a través del inmenso centro comercial, abierto en domingo. Hace mucho calor, sobre todo en la zona de las tiendas de moda textil. ¿Cuántas personas nos hemos reunido aquí? ¿Mil, cinco mil, diez mil? ¿Cuántas son portadoras de un tumor que todavía no conocen? ¿Cuántas están pensando secretamente en separarse de sus parejas, pensando en cuándo y cómo se lo dirán? ¿Cuántas a punto de declarar su amor a quien camina a su lado? ¿Cuántas personas de las que me rodean ignoran que todo va a ir bien, que serán felices?
Miro a mi alrededor y pienso en un hormiguero. También los cementerios estarán rebosantes hoy de visitantes de este mundo, ruidosos oferentes de flores armados con gamuzas, limpiacristales, memoria, ternura, nostalgia, fragilidad.
sábado, 31 de octubre de 2009
Como cuando
Es como cuando llega la hora de cerrar la oficina y apagas el ordenador, bajas las persianas de los grandes ventanales, te pones la chaqueta, echas el candado a la puerta y sales a la calle.
Es como cuando después del ensayo con el coro todos comienzan a irse, de uno en uno o en grupos, todavía con la música sonando intacta en sus cerebros, nota a nota, más pura y delicada que en los pulmones.
Es como cuando te quitas la ropa antes de acostarte, como cuando te sientas al borde de la cama y el instante que iba a durar un segundo dura un minuto, y después tres, y cinco.
martes, 27 de octubre de 2009
Niebla y sol
En Binéfar la mañana ha amanecido con una niebla muy cerrada, pero conduciendo hacia Barbastro, de pronto, en un instante, en pocos metros de distancia, he salido al sol.
Anotado por Jesús Miramón a las 10:50 | Diario , Fotografías
sábado, 24 de octubre de 2009
Después del ensayo
A la una y media de la madrugada llego a casa hambriento pues no he comido nada desde el mediodía. En la mesa de la cocina han dejado para mí algunos restos: dos trozos de pizza de las que preparé ayer para cenar, un cuarto de tortilla de patatas. Como de pie, sin siquiera cambiarme de ropa. Me sirvo una copa de vino sin dejar de masticar. Qué insano placer saciar el apetito en solitario, ajeno a los modales. En pocos minutos el lobo ha terminado con todo. Se sienta en una silla. Está tan cansado.
Anotado por Jesús Miramón a las 01:41 | Después del ensayo