miércoles, 29 de noviembre de 2017

Más allá del mar de los Sargazos

En estos días pienso a veces que el verdadero secreto consiste, al estilo de los peores libros de autoayuda, en aceptarse a uno mismo con todos sus abundantes defectos y también sus pequeñas y a menudo invisibles virtudes.

Y en estos últimos días he llegado también a la conclusión de que esta intuición sin fundamento alguno expresa una verdad, sencilla y difícil a la vez.

No es mucho pero significa mucho: es la frontera entre la lejana juventud y una nueva etapa en la que el próximo horizonte es absolutamente nuevo, más allá del mar de los Sargazos.

11 comentarios:

ELISA dijo...

Cubrir las distintas etapas y saber estar sin claudicar, sin perder la esencia de uno mismo. Algo así.🤔

Jesús Miramón dijo...

Creo que en realidad se trata de supervivencia: instinto de supervivencia. Cosas tan básicas como esa. Algo así.

Elvira dijo...

Creo que mi máxima aspiración es estar en paz conmigo misma... y con la vida, a pesar de todo. Lo cual no tiene que ver con pasividad o resignación, que conste.

Y que mi paso por aquí contribuya (aunque sea modestamente) al bienestar de algunas personas. Tú lo haces cada día.

Un beso

Jesús Miramón dijo...

Es la mía también, querida Elvira. Estar en paz y en equilibrio (qué difícil es, lo sé bien).

Gracias por decir cosas tan bonitas de mí. Tú también ayudas a mucha gente desinteresadamente (yo cobro un salario por ello), puedo afirmarlo.

Un beso.

Beauséant dijo...

Puede parecer una forma de rendirse eso que dices, pero yo lo veo como una especie de sabiduría... aunque lo mismo es porque me hago viejo ;)

Jesús Miramón dijo...

Como yo.

;-)

andandos dijo...

Estoy de acuerdo con lo de instinto de supervivencia. Parece ser que el paso de los años diluye, desgraciadamente, nuestras virtudes, y acentúa nuestros defectos. El mío, y seguramente el tuyo, Jesús, es que hablamos mucho. Así que me impongo hablar menos, pero a esta edad si no hablas , aunque lo que digas no sea realmente importante, es como si fueras invisible.

Resumiendo: a la edad que yo tengo, casi sesenta, que me hagan caso las personas más jóvenes que yo y a las que tengo en muy buena consideración, es un éxito, Éxito pasajero, es verdad. Soy mayor, o voy para eso, y otros muchos también. En fin, que nada de esto es eterno. Y es posible que acabemos siendo invisibles completamente. Con eso debo contar.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Querido José Luis, es que de lo que no cabe duda alguna es que acabaremos siendo invisibles completamente. No hay nada más seguro que eso.

Un abrazo.

P.D: ¿Tú crees que hablamos mucho? Eso me preocupa un poco. Yo no quiero hablar mucho (fuera del ámbito laboral, que me obliga a hacerlo).

Otro abrazo.

andandos dijo...

Sí, te entiendo, Jesús, con lo de la invisibilidad. Pero yo me refiero a la invisibilidad en vida, ahora. Cuando era joven y entraba en un bar, por ejemplo, pero sirve lo mismo en muchas otras ocasiones, prácticamente en todas, las personas mayores resbalaban por mi mirada. Ahora yo soy esa persona mayor, y noto con cierta resignación cómo resbalo. También sonará a autoayuda pero creo que al hacerse mayor, viejo, hay que encontrar un diálogo aceptable, incluso cordial, con tu soledad, algo que comienzo a explorar.

Tenemos a Maite e Isabel, sí, pero al final estamos solos. En fin. Mañana es la cena de Navidad de la empresa, de la Escuela. No voy a ir. Me siento y esto es algo subjetivo y no discutible, fuera de lugar.

Lo de hablar mucho probablemente es cierto que somos habladores. Acuérdate cuando quedamos al lado del canal y podemos estar tres horas paseando arriba y abajo hablando. Y más que estaríamos. No contigo, pero sí con mis compañeros de trabajo, compañeras más bien, intento controlarme. Como son personas majas me aguantan, diría yo, pero debo darles treguas suficientes. En fin, esta etapa de la vida también cuesta aprenderla.

Un abrazo

andandos dijo...

Iré a la cena. Mis compañeras de trabajo, inteligentes en todos los aspectos, me han convencido. Envidio la complejidad femenina. Y no hay que descartar que yo sea imbécil.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

No hay que descartar nada, ja, ja ja.

Un abrazo.

Y que lo pases bien.