Con el comienzo de las vacaciones escolares arriban a los pueblos los niños de ciudad. Son hijos de quienes abandonaron sus orígenes en busca de un futuro mejor, y vienen de Barcelona, de Zaragoza, de Valencia.
Los caminos y campos que rodean las últimas eras son explorados por bandas de pequeños cromañones que a su paso espantan tordos, picarazas y abubillas. Trepan a los árboles, construyen cabañas paleolíticas, descubren dónde crecen los mejores alberges y melocotones. A la caída de la tarde las golondrinas cazan en vuelo rasante sobre las espigas de cobre. Pronto se hará de noche y los niños de ciudad se irán a dormir.
Cuando despierten ya serán mayores. Tendrán esposas de piel pálida y mirada inquisitiva, mujeres de otros planetas. Tendrán sus propios hijos: únicos, raros, principiantes, muy lejos de aquí.
domingo, 12 de julio de 2009
Muy lejos de aquí
lunes, 6 de julio de 2009
sábado, 4 de julio de 2009
Una puerta
A las cuatro de la madrugada, bajo un cielo de relámpagos secos, llevo a P. a Zaragoza, de donde saldrá en autobús hacia Madrid, de donde saldrá en avión hacia Londres, de donde saldrá en vuelo transoceánico hacia Calgary, en Canadá. Conduzco vigilante pero ningún animal cruza delante del coche, tal vez la tormenta eléctrica los retiene en sus madrigueras. La carretera está desierta. Las señales de tráfico brillan vivamente al ser reflejadas por la luz de los faros. A nuestro alrededor, alrededor del padre, la hija y el equipaje que viaja en el maletero, se extiende el mundo cubierto de minerales y plantas. Océanos lejanos. Bosques oscuros. Una urbanización de casas de madera que rodean un lago. Una calle. Un jardín delantero. Una puerta.
miércoles, 1 de julio de 2009
Sin perdón
Son las dos y media de la madrugada y no puedo dormir. Hace demasiado calor. Me ducho con agua fría a pesar de llevar dos días con moquita y dolor de cabeza, constipado por mi propia culpa, lo sé, al utilizar exageradamente el aire acondicionado, incapaz de soportar esta miserable situación. El calor disuelve mi dignidad, mi creatividad, mi energía física, mi optimismo, mi sueño: todo lo que más necesito es arrasado por este calor inhumano. Las horas pasan despacio. A través de las ventanas y puertas abiertas no corre el más mínimo atisbo de aire. Me sueno la nariz intentando hacer el menor ruido posible y vuelvo a mirar la hora en el teléfono móvil. El pueblo está en absoluto silencio, un silencio hueco, el silencio de un decorado abandonado hasta mañana. Mi piel y mi cabello se han secado en pocos minutos. Decido ducharme otra vez. Lo peor es saber que el amanecer no me perdonará.
viernes, 26 de junio de 2009
Michael Jackson
Ha muerto el cantante Michael Jackson e inmediatamente una ola de histeria colectiva y periodística se ha extendido alrededor del mundo entero. Se habla del nacimiento de un mito, de la desaparición del mejor cantante pop de la historia, se habla de un genio, del número uno, del rey. A mí, musicalmente hablando, me deja indiferente, pero siento lástima por él, no tanto por su muerte como por su vida peripatética. Pobre desgraciado.
Anotado por Jesús Miramón a las 23:56 | Diario , Nombres propios
martes, 23 de junio de 2009
Martillazos
El día comienza con el ruido de unos albañiles en la casa de al lado. El ritmo y vigor de los martillazos me hace pensar en alguien contratado expresamente para molestar, una especie de psicópata incansable. Me ducho de mal humor y luego, al afeitarme, me corto en la comisura de la ventana izquierda de la nariz, comenzando a sangrar inmediatamente. Con los reflejos del hombre acostumbrado a mutilarse cada mañana me coloco un trocito de papel higiénico en la herida y sigo adelante. Bum, bum, bum. Realmente el sicario enviado por la mafia de las reformas es un verdadero profesional, un generador inagotable de escombro y perturbación. Mientras bebo una taza de leche fría con nescafé intento alejar de mi mente siete o nueve maneras, cada una más violenta que la anterior, de contraatacar.
domingo, 21 de junio de 2009
jueves, 18 de junio de 2009
Hasta las cigüeñas
Escucha: vete a dormir. Hazme caso. Pero si tus párpados se caen de sueño. ¿No te tienta un poco, siquiera un poco, zambullirte en esa laguna de inconsciencia, ese universo sin responsabilidad? Piensa que hasta las cigüeñas duermen en el campanario, cubiertas de plumas blancas. Escucha: vete a dormir. Ahora.
martes, 16 de junio de 2009
Briznas
Algunas personas duermen en las terrazas, tumbadas en hamacas o sobre un colchón en el suelo. Otras se levantan a las cuatro de la madrugada para darse una ducha de agua fría y regresar a la cama. Otras abren las ventanas de ésta y aquella habitación para crear corrientes de aire en busca de una brizna de frescura. La noche es interminable, febril. Cruje la arena de las dunas que avanzan lenta pero inexorablemente hacia la ciudad, rodeándola. Las naves espaciales que evacuan a las poblaciones rumbo a las colonias exteriores son estrellas fugaces en dirección contraria, destellos hacia el cielo. Pronto llegará nuestro turno. Invisibles animales antiguos y nuevos esperan ese momento. Sus gruñidos impacientes nos alcanzan a veces, desde kilómetros de distancia, a través de la oscuridad.