Resulta difícil creer que, estando tan lejos de la fiesta, a varios barrios de distancia, su eco alcance con tanta fuerza nuestra terraza abierta. Es un sonido en el que se mezclan varios conciertos a la vez, algo parecido a un bramido con esporádicos aumentos de intensidad mezclados a veces con sirenas de ambulancias. El resultado es primitivo, temible, algo parecido al presagio sonoro de nuestro último final, pero sólo son los estertores de las Fiestas de la Virgen del Pilar en Zaragoza.
Madrugada del sábado catorce de octubre de dos mil diecisiete.
Página número mil doscientos de esta bitácora interestelar.
sábado, 14 de octubre de 2017
Un bramido lejano
jueves, 12 de octubre de 2017
Sin título
La noche nunca evade su cita.
Jamás.
domingo, 8 de octubre de 2017
Tal vez Marte después
De regreso al coche tras el paseo por el campo estuve a punto de pisar sin querer una mantis religiosa. Descubrirla fue pura intuición por mi parte porque era exactamente del color amarillo pajizo de la vegetación que nos rodeaba y estaba absolutamente quieta en medio de nuestro camino. Sobre la marcha adelanté unos centímetros mi pisada en el aire y ella quedó atrás, diminuta y a salvo pero con sus poderosas zarpas delanteras en posición de ataque.
Hacía calor y me había quitado la camiseta. No había una sola nube en el cielo inmenso y azul que Paula tanto echa de menos en Bergen. Pensé, como otras veces, en la absoluta soledad de los seres humanos que iniciarán la colonización de otros planetas: primero la Luna, tal vez Marte después. Ningún canto de pájaros, ningún insecto, ningún susurro de ramas mecidas por la brisa.
lunes, 2 de octubre de 2017
Dolça Catalunya
1.
Ayer fue un día terrible y angustioso para mí. A medida que iba viendo las imágenes de las cargas de la policía y la Guardia Vicil en Cataluña arrastrando por el suelo a personas que podrían ser mis padres, empujando escaleras abajo a chicas que podrían ser mi hija, aporreando a diestro y siniestro ciegamente, arrastrando del pelo a una joven, arrastrando de la oreja a un hombre mayor que yo... A medida que todo eso sucedía la decepción y tristeza previas por todo lo que había llevado a esa situación se convertía en rabia humana, universal, una reacción instintiva ante tanta agresividad sin medida. Confieso que viendo algunas imágenes lloré de indignación.
Soy empleado público, un funcionario como ellos, y me pregunté qué pensarían todos esos policías al regresar a los barcos y hoteles y quitarse las armaduras, guardar las porras y fusiles de pelotas de goma. Qué pensarían de lo que habían hecho cumpliendo órdenes, sí, pero con semejante fervor. ¿Arrastrarían a sus hijas del pelo para lanzarlas a la calle como un saco de patatas mientras ellas levantaban las manos en señal de no violencia? ¿Qué cortocuito cerebral o sustancia consumida antes de trabajar puede llevar a que ayer actuaran como lo hicieron? Es que no puedo comprenderlo.
2.
Hoy ha sido un día triste, deprimido, desolado. Y si lo ha sido para mí, que soy español y vivo en Barbastro, imagino el estrés postraumático que los vergonzosos sucesos de ayer habrán causado en las personas que fueron víctimas de la violencia física. Porque nadie estamos acostumbrados a ella. A mí, a mis cincuenta y cuatros años, nunca me ha pegado nadie. Puedo ponerme en la piel de las víctimas de ayer y sé que les ocasionará secuelas psicológicas que durarán mucho tiempo, sobre todo a la gente más mayor, a los ancianos, a los menores de edad y también a los jóvenes empujados escaleras abajo sin contemplaciones (qué milagro que nadie haya muerto viendo las escalofriantes imágenes grabadas por los móviles de quienes estaban allí).
3.
Dicho esto, sentido en el corazón todo esto, mi cerebro no deja por ello de funcionar, y creo que el resultado de esta movilización-referéndum sin garantía alguna de imparcialidad, donde el resultado ha sido un noventa por ciento de síes a la independencia, resultado propio más de Corea del Norte que de países realmente democráticos, no legitima ninguna declaración unilateral de independencia. No ha votado ni la mitad de la población de Cataluña, y quien lo ha hecho, aún sabiendo que se trataba de un acto suspendido por el Tribunal Constitucional y, como hemos visto, jugándose literalmente el tipo, tenía el voto decidido. La otra mitad o más de la mitad de Cataluña se ha quedado en casa, una mitad que votaría en un referéndum con garantías democráticas y, sobre todo, que les incluyera en la convocatoria (y sí, yo también he visto el vídeo de ese chico de Lleida yendo a votar envuelto en una bandera de España con el toro de Osborne, pero representaba a la casi ridícula minoría que los resultados reflejan).
4.
En Cataluña, más tarde o más temprano, se tendrá que votar. Si yo fuese Puigdemot adelantaría las elecciones autonómicas mañana mismo. Ayer el espectro independentista creció exponencialmente respecto a los porrazos y hostias que dieron la policía y la Guardia Civil. Proclamar ahora la independencia unilateral cumpliendo una ley de pacotilla, que se saltó las propias normas del Parlament, es un error de cálculo que todavía me cuesta creer que pueda cometer. Pero hemos entrado en una dinámica en la que ya la reflexión y la razón han perdido el respeto que tuvieron antaño antes de tomar una decisión tan importante como la de una ruptura con un país que ayudaste a crear y con el que has convivido en los últimos siglos. Insisto: más tarde o más temprano los catalanes tendrán que poder votar sin violencia; todos, los que ayer salieron a la calle y los que se quedaron en casa mirando a través de los visillos, asustados por la policía y también, algo de lo que se ha hablado poco, asustados por el entusiasmo pastoril de los que no piensan como ellos.
5.
A mí al final, me ponga como ponga, me importan las personas que quiero. Algunas de ellas son catalanas y las quiero mucho, muchísimo. Mi cabeza se vuelve loca entre la tentación de darles la razón en todo y agarrarlas de los hombros para zarandearlas intentando que comprendan mis razones: ¡Tenéis que negociar un referéndum de verdad!
Ayer temí que esas personas resultaran heridas por la intervención de la policía, algo que afortunadamente no sucedió. Pero quedan las imágenes de las que sí fueron violentadas, y pasará mucho tiempo hasta que poco a poco se difuminen de mi memoria.
jueves, 28 de septiembre de 2017
El frío que me hará feliz
Terminó la vendimia y el maíz está casi en sazón. Se fueron los aviones comunes, los vencejos y los abejarucos que nos acompañaban en nuestros paseos junto al canal. El fruto de los castaños de indias que rodean mi lugar de trabajo cubre en abundancia el suelo, asomando en su entreabierto envoltorio de espinas. Algunas personas recogen las castañas con esperanza. Los primeros años les avisaba de que eran amargas pero después dejé de hacerlo, acabé aceptando que ya lo averiguarían por sí mismos.
En cierta ocasión una señora mayor me dijo que llevar una castaña amarga en el bolsillo del pantalón junto al dinero, y esto era un detalle importante: que estuviese en contacto con monedas y billetes, favorecía la riqueza. Jamás puse a prueba tan peregrina superstición. Y es que casi nunca, por no decir nunca, llevo dinero encima a menos que sea estrictamente necesario o haya sido previsto de antemano.
Espero con fervor el otoño. El otoño de verdad, no este verano que comenzó en junio y a este paso terminará en diciembre. Tengo miedo aunque no lo demostraré. ¿Cuándo llegará el frío que me hará feliz?
sábado, 23 de septiembre de 2017
Vida
Vivo con mi pareja en este apartamento frente al río Vero, en Barbastro. Binéfar es ahora apenas un recuerdo precioso, la infancia de mis hijos, los años del coro, amigas y amigos que poco a poco se desvanecen en mi memoria diaria. Porque poco a poco todo se desvanece silenciosa, irremediablemente.
martes, 19 de septiembre de 2017
O de hojas
Me voy a la cama a morir durante seis o siete horas. Estoy muy cansado y además este acto es necesario para que alguien despierte en otro lugar del universo, algo tal vez poseedor de ocho o doce o mil miembros inferiores, alguien hecho tal vez de gas o de hojas o de escamas duras como el diamante. En cuanto yo me duerma ello despertará con el vago recuerdo de un sueño extraño, olvidado enseguida, y emprenderá la experiencia cotidiana de una vida que sucederá exactamente durante el tiempo en el que la mía reposa.
lunes, 18 de septiembre de 2017
Desfachatez
Mi hija aterrizó en Noruega proveniente de Alemania mientras mi hijo conducía hacia Huesca a través de la noche entre oscuros campos de cereal cosechado hace semanas e islas de roca arenisca y encinas carrascas cargadas de bellotas maduras.
Nadie nos preparó para esto. Nadie les preparará a ellos. Todo comienza una y otra vez.
La vida es una experiencia personal tan absurda que incluso la mera voluntad de pretender enunciarla es absurda sin más. Hace falta mucha, mucha desfachatez para intentarlo.
sábado, 16 de septiembre de 2017
Entre miles de millones
La vida pasa ante mí cada mañana al otro lado de la mesa de trabajo. Los padres recientes con sus bebés, aquellos casi tan tiernos como esos pequeños gusanitos que se convertirán en magníficas mujeres y hombres habitantes de un mundo futuro que no podemos siquiera imaginar; trabajadores que tras muchos años de horarios y despertador vienen a jubilarse, algunos olvidando que se trata de un acontecimiento de júbilo y de dicha y no de una condena judicial; las personas, casi siempre muy mayores pero a veces también jóvenes, que solicitan pensiones de viudedad y orfandad, víctimas casi siempre de la vejez pero también, en ocasiones trágicas, de enfermedades inesperadas y accidentes; ciudadanos que van a viajar a un país europeo y prudentemente vienen a solicitar la tarjeta sanitaria europea; adolescentes que necesitan su número de la Seguridad Social porque van a comenzar a trabajar por primera vez en su vida; trabajadores cuya enfermedad les impide seguir trabajando y vienen para preguntar qué será de ellos e informarse sobre las pensiones de Invalidez; familias casi sin recursos que necesitan ayuda y finalmente debo derivar a los Servicios Sociales de la Comarca; trabajadores que han sufrido un accidente de trabajo y las Mutuas intentan quitarse de encima transfiriéndolos al sistema público de salud; altas y bajas de autónomos; deudas; certificados de pensionistas y no pensionistas para ir a nadar a la piscina municipal y beneficiarse de un pequeño descuento del ayuntamiento; ciudadanos extranjeros que vienen a tramitar prestaciones internaciones de los reglamentos comunitarios europeos y los convenios bilaterales que España tiene concertados con distintos países de todo el mundo, etcétera.
Desde el certificado de nacimiento hasta el certificado de defunción, pasando por casi todas las vicisitudes de una vida, centenares y miles de seres humanos han estado al otro lado de mi mesa y, tras tantos años desarrollándolo, es un trabajo que me sigue fascinando todavía más que el primer día, porque si algo he aprendido es que cada ser humano es distinto, cada vida una experiencia diferente a cualquier otra, cada existencia el brillo de una estrella entre miles de millones. Qué privilegio.
Anotado por Jesús Miramón a las 00:09 | Diario , Vida laboral
jueves, 14 de septiembre de 2017
Ciencia ficción III
Como tú prosigo mi paseo a través del aire invisible de este mundo. Se fueron los abejarucos de alas de colores mágicos y el agua del canal continúa fluyendo a la velocidad de la gravedad. Las bellotas de las grandes encinas carrascas comienzan a caer maduras y perfectas como pequeñas naves espaciales. En el cielo las nubes dibujan vagamente la figura de un hombre caminando. Se lo digo a Maite. Ella dice: "¡Es verdad!". No necesito nada más. El planeta gira.