sábado, 21 de enero de 2012

Después del ensayo

Después del ensayo vamos a tomar una copa al Chanti. La música que todavía suena en mi cabeza pronto será sustituida por voces y risas.

Muchas de las cosas que más me gustan se repiten.

jueves, 19 de enero de 2012

Nemo

No sé qué luna brilla en el cielo nocturno ahora. No sé si hay niebla. No sé si está helando. Escribo bajo techo, pasajero de una nave que surca el tiempo.

sábado, 14 de enero de 2012

Dados

C. trabajaba de mecánico de motos en Barcelona cuando conoció a través de internet a una joven de México. Se enamoró de ella y al cabo de algunos meses cruzó el Atlántico para comenzar una nueva vida. A pesar de las advertencias de familiares y amigos su relación virtual desembocó en un amor verdadero, algo que él, por supuesto, ya sabía que sucedería. Ignoraba, sin embargo, que al cabo de varios meses de felicidad un gran cuatro por cuatro se empotraría contra su coche poniendo su mundo al revés y zarandeando su cuerpo como si fuese un dado botando y rebotando dentro de un cubilete. Los bomberos que le rescataron no daban crédito cuando comprobaron que su pulso latía. Su madre, que después del divorcio había abierto un pequeño hotel en el Prepirineo aragonés, recibió la llamada de madrugada, una llamada que sin vergüenza alguna hablaba también del dinero necesario para que operasen a su hijo. Rápidamente condujo hasta Barcelona y allí tomó el primer avión rumbo a México. Al cabo de muchas semanas regresaron a casa. Una ambulancia esperaba en el aeropuerto. Algunas intervenciones quirúrgicas después madre e hijo se sentaron por primera vez al otro lado de mi mesa. Él era el vivo retrato de los supervivientes de Auschwitz, un saco de huesos coronado por un cráneo desde el que dos enormes ojos ajenos a su edad me miraban sin ver.

C. vino a la Agencia el otro día. Apoyó las muletas a ambos lados de la silla y me sonrió con una mueca. Además del asunto profesional que nos llevamos entre manos volvió a preguntarme por algunas aplicaciones del iPhone de las que habíamos hablado en ocasiones anteriores. Su mirada conservaba la huella del dolor y recuerdo que pensé que ya nunca desaparecería de sus ojos. Al despedirse me dio la mano y a continuación salió a la calle mecido como yo, como tú, por la corriente.

Somontano

domingo, 8 de enero de 2012

Estaciones

Llevo a mi hija de diecinueve años a la estación de autobuses. La Navidad ha terminado.

sábado, 7 de enero de 2012

Carrer Major

Sucedió esta mañana. Era el primer día de la temporada de rebajas y el carrer Major rebosaba de gente. Yo esperaba a Maite en la esquina de Cavallers, al lado de Zara, cuando me fijé en una mujer que caminaba en mi dirección. Lloraba. En su mano derecha llevaba un pañuelo de papel. Vestía un uniforme de trabajo negro, tal vez un traje de camarera. Pasó a mi lado sin mirarme y siguió su camino. Yo me di la vuelta con la discreción a la que estamos habituados todos los hombres y la vi alejarse calle arriba.

jueves, 5 de enero de 2012

Si no tienes miedo

El viento agita violentamente
la cortina exterior de la terraza.
Es basta y rudimentaria,
un apaño que inventé
para que el sol del verano
no convirtiese la buhardilla
en un horno. Ahora
el viento la vapulea contra el cristal
y yo contemplo su ira
sentado ante mi mesa,
libre, gordo y a salvo
de las inclemencias de
la meteorología,
no del tiempo.
Todo es tan absurdo.
Los espejos en primer lugar
y después, si no tienes miedo,
el corazón.

miércoles, 4 de enero de 2012

Vivo de sueño

Iba a escribir que me muero de sueño pero al momento me he dado cuenta de que sucede justamente lo contrario: vivo de sueño.

domingo, 8 de mayo de 2011

128

La tarde del domingo se desliza plácidamente como un río ancho y caudaloso. Sobre su superficie viajan algunas ramas flotantes, chillidos de pájaros, nubes.

sábado, 7 de mayo de 2011

127

Lluvia durante todo el día. Por la tarde me asomo a la terraza de mi buhardilla y grabo un minuto de su repiqueteo.

viernes, 6 de mayo de 2011

126

Después de comer estoy tendido en la cama, con el estómago lleno de garbanzos como el del lobo de cabritillos, cuando escucho voces en la calle: ¡Miramón! ¡Miramón! Tras unos segundos de confusión deduzco que es la horda de mi hijo, a quien siempre llaman por su apellido, nunca por su nombre, una costumbre entre los cromañones adolescentes de este territorio. Poco a poco el volumen de los gritos de Carlos y sus amigos disminuye a medida que se alejan en busca de nuevos lugares donde hacer resonar sus voces en pleno proceso de cambio hormonal. Cuando todo vuelve a quedar en silencio cierro los ojos e intento dormir un poco, hoy tengo ensayo con la coral y necesito estar descansado. Mientras me deslizo suavemente en el agujero de gusano el lobo continúa durmiendo y roncando bajo un árbol, su barriga llena de cabritillos todavía vivos. No sabe lo que le espera.

jueves, 5 de mayo de 2011

125

Para escribir literariamente es imprescindible la desfachatez.

miércoles, 4 de mayo de 2011

124

Al salir del trabajo me llama la atención el color achocolatado del río Vero, que corre veloz ceñido por el cauce de hormigón que cruza la ciudad. El sol brilla en el cielo despejado y caigo en la cuenta de que la turbiedad del agua es fruto de las tormentas de las montañas, que suelen ser violentas y espectaculares. La lluvia cayó con fuerza allí arriba no hace demasiado tiempo, tal vez anoche o incluso esta misma mañana, y ahora, al mediodía, bajo la luz radiante del somontano, sus consecuencias fluyen delante de mí rumbo al río Cinca, el gran Ebro y el mar lejano. Durante un instante veo con claridad lo que miles de poetas cantaron: el paisaje convertido en piel sensible, las venas y arterias del mundo, las tormentas del corazón, nuestras vidas, el río.

martes, 3 de mayo de 2011

123

Siendo músico aficionado, ¿cómo no amar con devoción la cerveza Guinnes, cuyo logo es una preciosa arpa irlandesa?

lunes, 2 de mayo de 2011

122

Me levanto tarde y me encuentro con la noticia de que Estados Unidos, después de diez años de búsqueda, ha terminado localizando y asesinando a Bin Laden. Nunca hay que desestimar la potencia arrasadora de los sentimientos, y si se trata de venganza todavía menos. Estados Unidos necesitaba vengar el terrible atentado de las torres gemelas y llegó a ofrecer una recompensa de cincuenta millones de dólares a quien entregase a Bin Laden vivo o muerto. Durante todos estos años ese hombre se convirtió en una especie de personaje de película de James Bond, un malvado Doctor No que se escondía en cuevas y refugios secretos escapando de sus perseguidores siempre en el último instante. Entretanto Al Qaeda, la organización terrorista que él había creado, asesinaba a centenares de personas en Madrid, en Londres, en Bombay, en Marrakech el otro día. Yo soy de los que opinan que el fundamentalismo islámico internacional es actualmente uno de los grandes enemigos de la libertad, como lo fueron en su día el fascismo y el comunismo, y en ese sentido me ha aliviado saber, desde mi condición de ateo, que Bin Laden no volverá a aparecer en televisión amenazando con el índice a los infieles del mundo entero. Nadie duda de que el terrorismo islámico continuará existiendo, incluso es previsible que arrecie en las próximas semanas y meses, la venganza es un camino sin fin, pero hoy en Nueva York miles de personas manifiestan su alegría gritando y bailando en las calles. No, nunca hay que desestimar la fuerza arrasadora de los sentimientos.

domingo, 1 de mayo de 2011

121

Por la mañana llamo a mi madre para felicitarla. Su voz al otro lado del teléfono es viva, enérgica, preciosa. Hablo con ella durante unos minutos y luego le paso a Maite, con quien a menudo sospecho que se entiende mejor que conmigo. No voy a escribir nada sobre mi madre en este momento porque me pondría a llorar inmediatamente, y escribir y llorar al mismo tiempo es un poco complicado (aunque no imposible, puedo dar fe de ello). Sólo quisiera decir que a punto de cumplir cuarenta y ocho años amo a mis padres más de lo que les he amado jamás.

sábado, 30 de abril de 2011

120

Un pajarico se posa en una de las delgadas ramas del hibisco que veo desde aquí, en el interior de mi casa, al otro lado de la puerta de la terraza, mis ojos humanos ocultos en la oscuridad. Su corazón envuelto en suaves plumas canta confiado. Pienso que si tuviera en mis manos una escopeta de perdigones podría acabar con él en un instante. Levanto los brazos y dibujo en el aire el escorzo de lo que acabo de imaginar. Apunto a su cuerpo más pequeño que una pelota de tenis. El dedo índice de mi mano izquierda es mayor que él. Disparo. El pájaro canta todavía durante un rato, mira a la izquierda, mira a la derecha, y con un golpe de alas sale de mi campo de visión. No he cambiado la postura: mi brazo izquierdo recto, el derecho en posición de apretar el gatillo. El vello de mis antebrazos, a contraluz, parece hecho de hilos de oro.

viernes, 29 de abril de 2011

119

De todos los días que viviremos, ¿cuántos habrán merecido realmente la pena? De todo lo que dijimos, lo que diremos, ¿qué fue verdaderamente importante? ¿Tan difícil es aceptar que nuestra existencia, por lo demás extraordinaria, incomprensible, se nutre de sucesos banales, de fragilidad, de olvido, de polvo?

jueves, 28 de abril de 2011

118

En el lado izquierdo de mi cabeza el cabello crece un poco más débil que en el resto, es algo apenas perceptible que los peluqueros ven todos los días. Esto sucede por el peso de nuestra cabeza sobre la almohada al dormir de costado, el peso de nuestra cabeza soñando durante cientos, durante miles de noches.

miércoles, 27 de abril de 2011

117

Los chillidos de los niños en el parque se mezclan con el zureo de las tórtolas turcas. Una mosca se cuela en la casa zumbando como un pequeño bombardero que se hubiera perdido. La luz del sol se refleja en el suelo y me ciega, obligándome a dejar de escribir y levantarme para correr la cortina. Algunas de las fresas de las macetas han comenzado a madurar. Además de los aviones comunes que vi el otro día han regresado también los primeros vencejos de verdad, más grandes y oscuros que aquellos y con los que al principio siempre los confundía a pesar de ser tan distintos; es un espectáculo contemplar sus alas de guadaña ejecutando quiebros acrobáticos sobre los tejados y las antenas de televisión. Me pregunto si ya habrá despertado la salamanquesa que vive en mi terraza. Los días de invierno comienzan a ser algo remoto, lejano, casi legendario.

martes, 26 de abril de 2011

116

Detenido frente a un semáforo de Lérida observo las semillas de chopo flotando alrededor del coche. Mi hijo dice: ¡Parecen copos de nieve! Es verdad, le digo, son como copos de nieve. Cada año lo mismo, pienso, y cada año me sorprende.

lunes, 25 de abril de 2011

115

Yuri Gagarin subió a su esfera de acero, dijo "Allá vamos" y fue disparado hacia el espacio exterior. Era el primer ser humano en hacerlo e ignoraba si su cerebro se convertiría en fosfatina dentro de su cráneo o la nave estallaría en mil pedazos, pero lo que sucedió fue que subió y subió dejando atrás el planeta y, tras atravesar la delgada linea que divide la atmósfera del cosmos, se encontró de pronto flotando en medio de un extraño silencio. En el ojo de buey la tierra allá abajo parecía una canica de vidrio de colores donde predominaba el azul, más hermosa de lo que nunca hubiera imaginado. Fue entonces cuando sonrió por primera vez desde el comienzo de la misión, algo que no dejó de hacer durante los ciento nueve minutos que duró el vuelo. De regreso a casa la cápsula se desvió unos cuantos kilómetros del lugar previsto para el aterrizaje y Yuri Gagarin, tras salir despedido de la nave, descendió lentamente con su paracaídas sobre el campo de patatas de Anna Tajtárova, quien al observar su traje de color naranja y el casco blanco le preguntó: «¿Vienes del espacio?». «Sí», contestó él sacándose la escafandra, «pero no se preocupe, soy soviético». Una gran sonrisa iluminaba el rostro del hombre más valiente del mundo.

domingo, 24 de abril de 2011

114

El chaparrón ha venido y se ha ido como si tal cosa, refrescando el aire y empapando brevemente los tejados y las calles. Seguirá su camino hasta vaciarse.

sábado, 23 de abril de 2011

113

Espárragos naturales de Tudela simplemente pelados y cocidos (sin aceite, sin mayonesa, sin nada); alcachofas de Tudela cocidas, rebozadas y fritas; pimientos rojos asados con leña; costillas de cordero, panceta de cerdo y chistorra a la brasa de sarmientos... Cada vez que voy a comer al huerto de mis padres recupero mi oxidado patriotismo.

viernes, 22 de abril de 2011

112

Fuimos de tapeo con mis hermanos. La noche estaba fresca pero se podía comer y beber en las pequeñas barras de la calle. Alrededor del Tubo, una de las zonas con más tabernas y bares de tapas de Zaragoza, desfilaban pasos de semana santa, capirotes y bombos y tambores. Cuando volvíamos a casa nos cruzamos con una procesión en el Paseo de la Independencia y nos quedamos un rato. Grabé el sonido y al escucharlo esta mañana comprendí por qué las procesiones me daban tanto miedo de pequeño.

jueves, 21 de abril de 2011

111

Corroboro que mis vínculos con Zaragoza, más allá del hecho de que aquí viven dos de mis hermanos, han desaparecido con el paso del tiempo. Poco a poco, a medida que voy cumpliendo estaciones, aprendo que, a pesar de la importancia que nos podamos conceder, no dejamos rastro en los escenarios de nuestra vida, pues así como nuestras huellas ocultan las de quienes pasaron por allí antes que nosotros, en cuanto nos hemos ido otras huellas nuevas rompen y difuminan las nuestras. Hace algunos años, durante una de nuestras visitas a esta ciudad, quise pasear por el barrio donde vivimos y pude constatarlo una vez más: allí estaba la parada de autobuses urbano a cuyo tráfico y sonido de apertura y cierre de puertas neumáticas llegamos a acostumbrarnos, allí estaba la bodega donde compraba vino y whisky, allí la tienda de chuches, los árboles del paseo Fernando el Católico que veíamos desde nuestras ventanas, la plaza de San Francisco donde tomábamos el vermú cada fin de semana; los lugares permanecían, sí, pero no quedaba nada de nosotros en ellos, y esto era algo que yo podía sentir, con cierta tristeza, en el tuétano de mi imaginación.

miércoles, 20 de abril de 2011

110

Preparamos las cosas para pasar unos días en Zaragoza. Vamos con tan poca frecuencia que algún día encontraremos ocupado el piso que tenemos allí. Más que entristecerme me sorprende que, siendo Zaragoza el lugar donde crecí, la ciudad donde pasé la adolescencia y la primera juventud, no guarde ningún sentimiento especial hacia ella. Claro que la ciudad actual poco tiene que ver con la que yo conocí. ¡Mas fuera nostalgias! Hoy y mañana, para mi horror, tocan compras: hoy cambiaré las ruedas del coche (esto me gusta), entre hoy y mañana hay que comprar algo de ropa para cónyuge e hijos (uf, esto no me gusta, espero poder escaparme a la FNAC mientras tanto), mañana por la noche hemos quedado con mis hermanos para cenar de tapas (esto me entusiasma) y el viernes iremos a visitar a mis padres y comeremos todos juntos en el huerto (qué ganas tengo de verles). ¡Pero son las nueve y cuarto y mis hijos ni siquiera se han levantado cuando la idea prevista era salir a las nueve! (Risas enlatadas) Iré a despertarles (más risas). Tal vez podamos salir a las diez o diez y media (carcajadas generales y fin).

martes, 19 de abril de 2011

109

Yo me acuesto y otro hombre se despierta, se sienta al borde de la cama, se pone en pie, se ducha contemplando la bahía y a continuación se seca el pelo frotando su cabeza con una toalla. Mientras mi cerebro comienza a soltar amarras ese hombre ya ha salido de casa y se dirige a su trabajo. Las montañas azules reflejan la luz del sol y en la radio anuncian cielos despejados.

lunes, 18 de abril de 2011

108

Con la llegada de la crisis y la presencia de inmigrantes de países más pobres que el nuestro no es extraño ver hombres caminando por el arcén de la carretera, yendo y viniendo de un sitio a otro. Y no es que hagan autoestop, no, ni siquiera se giran a mirar los coches que les adelantan o se cruzan con ellos, sencillamente utilizan el medio de transporte más barato que tienen a su alcance, como hacían en su país. Los observo desde el interior de mi coche y pienso que hay algo profundamente humano, inocente, virtuoso, en el hecho de viajar así, el cuerpo erguido avanzando paso a paso sobre la superficie de este planeta.