Entre el lunes y el martes, así como entre el número ciento uno y el número ciento dos, existe el mismo abismo que se abre entre el tic y el tac de un reloj, es la delgada línea azul que divide la atmósfera terrestre y el espacio exterior, son las grandes olas que en el cabo de Hornos separan el océano Atlántico del océano Pacífico, es la vida que continúa vibrando afinada, milagrosa, entre la sístole y la diástole de tu corazón.
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