Sale el sol por el este. No hay viento. No hay nubes. Escribo. El sol se pone en el oeste. La noche es un suspiro. Amanece. Una mañana como esta partió Ulises. Los prados se han cubierto de amapolas. Trabajo. Las nubes se tiñen de rosa y amarillo. Escribo. Los primeros murciélagos vuelan indecisos a lo largo de la calle. Sale el sol por el este. Un gato es atropellado cerca de la gasolinera. La cebada crece milímetro a milímetro, más verde que el significado de la palabra verde. Duermo una breve siesta abisal. Escribo. La luna aparece en el cielo sonriendo como Yuri Gagarin. La noche es un telón. Sale el sol por el este. No llueve. Las hojas nuevas de los castaños de indias se han hecho más grandes, mucho más grandes que mis manos. Escribo. La tarde prende en el sol y lo convierte en brasas. Escribo. La noche apaga todos los incendios excepto el de la aurora. No hay viento. No hay nubes. Las horas fluyen hacia el mar. Escribir cada día me convierte en un elemento más de la naturaleza.
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