Hoy no me hemos salido de casa en todo el día. Llovió mucho durante la noche y no ha hecho calor. Hicimos vermut, comimos un lomo a la aragonesa que hice en Barbastro, dormimos la siesta y ¿qué más se puede pedir? Me gusta cuando las cosas son sencillas. Un poco secretas. Ni mucho ni poco. Sin dolor de cabeza, sin sudor, sin tinnitus, sin picor en la piel. Normalidad nada más, eso que a menudo tanto me falta a mí y le sobra a tanta gente. Dentro de un rato cenaremos. La felicidad, lo sé, es esto. No padecer. Dejarse llevar plácidamente y, sobre todo, no salir de casa sin ganas de salir. Oh, qué placer estar aquí todo el día juntos, dormidos, despiertos, dormidos de nuevo.
domingo, 14 de julio de 2019
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