Finalmente por la noche llovió mucho, y al despertar entraba por el balcón la mezcla del aroma de la hierba húmeda que crece junto al río y el cemento y el asfalto de la calle mojados por la lluvia. No sabría decir si era un olor dulzón, antiguo, fresco o cálido, pero era claramente el eco que la lluvia había dejado en mi calle, y me asomé a ella en calzoncillos y lo inspiré con deleite porque lo echaba tanto de menos.
Por desgracia con la luz del sol ya no volvió a llover más, y poco a poco el calor regresó a sus dominios deseoso de vengarse sin piedad de quienes le habíamos traicionado.
martes, 9 de julio de 2019
Nueve de julio
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