domingo, 23 de enero de 2011

23

Salgo a la terraza a buscar leña para alimentar el fuego. Dos calles más allá, en otra terraza, un hombre habla por teléfono y el eco de su potente voz africana viaja a través de la noche hasta alcanzar mis oídos. En alguna parte alguien ensaya con una trompeta repitiendo una y otra vez las mismas notas. Lo que debo comprender con claridad es que todo esto es real.

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