jueves, 7 de febrero de 2019

Siete de febrero

Lo que más anhelo después del amor es la paz. La paz sensorial, la paz mental, la paz como concepto de todo lo contrario a la ansiedad y la angustia, la paz como sinónimo de descanso, incluso de cierta insensibilidad controlada, si eso es posible. No sé por qué mi cerebro se empeña en sentir el amor pero no la paz, aunque vivo día a día y contemplo, y exploro, y también imagino. Imagino. Imagino.

6 comentarios:

NáN dijo...

Mantener al amor después de muchos años, depurarlo, sentirlo como imprescindible, es un logro vital... aunque por lo que vemos a nuestro alrededor, estadísticamente reducido.

La paz a la que te refieres, amigo, es casi imposible. Requiere un apartamiento de la sociedad que muchos, aunque amen en lo cercano, no pueden conseguir.

Con tener unos ratos, podemos darnos por satisfechos. Tú tienes el frío durante meses y, muy cerca, el paisaje. Date por feliz.

Jesús Miramón dijo...

"Con tener unos ratos, podemos darnos por satisfechos". Yo los tengo escribiendo en mi diario y contestando a vuestros comentarios. Y tienes razón, todavía hace frío y vivo a cinco minutos del campo.

Nán: me doy por feliz.

Un abrazo fuerte.

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(Pero me gustaría dejar atrás algunas cosas químicas de mi cerebro. Afortunadamente científicas como mi hija ayudan a crear remedios farmacéuticos que nos ayudan a sobrellevar las patologías mentales. Yo les rindo pleitesía aunque la paz que me proporcionan sea artificial)

Marisa dijo...

Jesús, a mí me da mucha envidia los que vivís en el campo o cerquita. Pero, bueno, igual tendría otras cosas que no tengo ahora, porque la vida es así.

Te comunico algo que te va a interesar, por si no lo has visto. Lo he descubierto en El Dominical de El Periódico (de Catalunya) de esta semana, pero también he visto que lo tiene colgado el blog de últimas noticias de astronomía. Es una entrevista del -creo- Washington Post al físico teórico de la Uni. de Harvard Avi Loeb. Él investiga vida extraterrestre, y dice que el asteroide que llaman Oumuamua (lo estoy copiando) es tan rarísimo que podría ser artificial y por supuesto extraterrestre.

¿A que es fantástico? A mí me tiene fascinada.

Besos a todos.

P.D.: ¡Ole ole las chimeneas!

Jesús Miramón dijo...

Algo me ha llegado, Marisa. A mí también me tiene fascinado. No tengo duda alguna de que en la inmensa, inmensa y desmesurada amplitud del universo que conocemos, nosotros seamos la única especie que haya evolucionado hasta este pobre estadio de conciencia y desarrollo. Es algo matemáticamente imposible.

Elvira dijo...

Ay, sí, la paz. Y como te decía un día, hace algún tiempo, hay una paz posible en medio de cosas difíciles. Lo sé porque en algunos momentos la he experimentado (menos de los que me gustaría, claro). Es más un estar en paz con la situación, con nosotros mismos, que un estar en paz "porque todo va bien ahora".

Y además del amor (por supuesto), hay otro elemento al que doy mucha importancia: creo que tú lo llamas coherencia. Yo lo llamo honestidad, verdad (no esa verdad de "estar en posesión de la verdad", sino la de mirar y hacer las cosas con toda la honestidad que podemos).

Y cómo me reconozco cuando hablas de esa sensibilidad incontrolada. Tiene su lado muy difícil de llevar, pero no sé si serías capaz de atender a tus clientes como lo haces sin esa empatía-sensibilidad que tú tienes.

Un beso!

Jesús Miramón dijo...

A mí también me gusta la palabra "honestidad". No creo que exista adjetivo más bonito que te digan que eres un ser humano honesto. Mi padre lo es. Mi cuñado. Mis hermanos y hermana. Quienes encuentran un sobre con dinero y lo llevan a la policía. Quienes pagan sus impuestos sin robar a nadie. Oh, la honestidad es un tesoro en estos tiempos. Un beso, Elvira.