lunes, 25 de febrero de 2019

Veinticinco de febrero

El día termina y ha sido muy raro. Anoche escribí en Twitter un pequeño texto defendiendo que los extranjeros no tienen ayudas específicas para ellos sino que se ajustan a unos requisitos que son iguales para todos, y ahora mismo ese tuit tiene catorce mil me gusta y nueve mil setecientos retuits. Una locura.

He vivido en primera persona y por primera vez lo que significa ser viral. He tenido que eliminar los avisos del móvil porque sonaban a cada segundo, a toda velocidad. Me ha causado cierta ansiedad. Bueno, no: mucha ansiedad, pero he logrado controlarla.

Ahora estoy muy cansado y me voy a acostar. No estoy acostumbrado a estas cosas multitudinarias. Me gustan más las pequeñas, las que soy capaz de abarcar sin demasiado esfuerzo. Me gusta la conversación normal, en voz ni muy alta ni muy baja: normal. Y también me agrada hablar con personas que te escuchan y a las que es interesante escuchar. Pero poca gente. Los que caben alrededor de una mesa. Aunque nadie me puso una pistola en la cabeza para entrar en Twitter nada menos que en julio del dos mil once, eso también es verdad.

Escribo en voz baja como si al publicar la entrada de hoy también pudiera leerse en voz baja. Intentadlo por mí. Buenas noches.

Sin comentarios