viernes, 1 de febrero de 2019

Uno de febrero

Enero se despidió con lluvia y febrero comenzó con ella aunque pronto amainó. Me gusta cómo huelen las calles mojadas. El cielo gris. Un gato que pasa entre dos coches. Abrir la agencia. Encender el ordenador mientras la pequeña ciudad despierta del todo. Ordenar mi mesa de trabajo. Levantar la persiana a las nueve de la mañana para que nuestros clientes entren y todo comience.

4 comentarios:

giovanni dijo...

He leído tus escritos del 25 al 31 de enero, y junto contigo me despedí de ese único mes de enero del año 2019. Fue un gran placer pasar y vivir estos últimos días de enero a través o por medio de tu ojos y amores. Ha habido días en que no me di cuenta de lo que pasaba, aunque pensaba que sí. Ya estoy en la edad en que dices que cada día es un regalo, y realmente lo siento así.

Ahora, leyendo tu escrito del uno de febrero, me pregunto cómo fue para mí ese día. Lo único que recuerdo sin buscar ayuda en una agenda u otro archivo de tiempo es que al día siguiente mi pequeña nieta vino por la mañana y se quedó con nosotros el sábado y el domingo mientras sus padres pasaban un fin de semana en el sur de Holanda en un alojamiento, un 'bed & breakfast', que fue un regalo de bodas de una tía de mi yerno.

Lo que me gusta de tu relato del uno de febrero es que esos detalles del olor de una calle mojada, de un gato que pasa entre dos coches... hacen que la vida sea una maravilla.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Ay, Jan, y que esta entrada no tenía ningún comentario. Te conozco. Eres adorable. Estoy seguro de que tú y Aafke sois unos abuelos maravillosos, unos yayos maravillosos. No puedo imaginar la sensación que se debe sentir al tener en tus brazos el fruto de tu fruto, por decirlo de algún modo. Yo ya empiezo a navegar hacia eso, y confieso que me encantaría.

La vida casi siempre es una maravilla. Por eso da un poco de rabia morirse, por no poder seguir mirando. Un abrazo fuerte para ti y dos besos grandes -cómo no- para Aafke. Si volvéis a España no dudes en llamarme.

Besos.

giovanni dijo...

Ahora, mirando mi blog, veo que el uno de febrero vi un mirlo que caminaba en la nieve de nuestro jardín en busca de algo para comer y que y me quedé sumamente contento de ver pasar la vida de manera tranquila y estable, en armonía natural.

El mismo día formulé cinco reflexiones sobre Venezuela y la democracia y con eso no me quedé "sumamente contento".

Jesús Miramón dijo...

Sobre Venezuela: yo he atendido en el trabajo a venezolanos que han llegado a España huyendo de la miseria y las condiciones de vida en Venezuela bajo el régimen de Maduro. No tengo por qué pensar que TODOS son de extrema derecha. Hay desde doctores en medicina a empleadas domésticas. ¿Sabes qué me dijo la última? "En Venezuela mucha gente reza para que suceda lo que ocurrió en Panamá y nos invadan, limpien la mugre y volvamos a poder vivir como personas". Así de dura fue. Era una mujer. Ni compresas podía comprar allá.

Por otro lado: a nadie se le escapa que Trump sería un peligro de presidente de una comunidad de vecinos y lo es aún más de presidente de una de las naciones más poderosas del planeta. A nadie se le escapa que Venezuela tiene una de las fuentes de petróleo más grande del mundo. A nadie se le escapa que Trump está más loco que cuerdo.

Venezuela, Maduro, Trump y democracia son objetos difíciles de encajar. Que Maduro debería dar un paso atrás creo que nadie lo duda. Su discurso casi caricaturesco, simplista, populista, le desacredita para llevar un taxi. Que Trump es el mayor de los experimentos letales de la democracia liberal de las últimas décadas nadie puede dudarlo. ¿Qué hay al otro lado? No sé exactamente qué hay, pero si finalmente suceden unas elecciones democráticas verdaderamente libres, vigiladas por naciones ajenas -sin intereses directos -tal vezEuropa; si la tiranía desaparece, un país como Venezuela, potencialmente un gigante en naturaleza, turismo, petróleo, geografía, etcétera, despegará de la pobreza extrema que no merece.

Conozco, como ya dije, a unos cuantos venezolanos que viven en estas comarcas de Huesca. Pienso sobre todo en Pilar Fortún, que vive en Benasque. Su padre, durante el desayuno allí en Venezuela, se untaba de miel la mano y las abejas acudían a beberla sin picarle. Eso me contó. Estoy seguro de que Pilar, rodeada de nieve, estará siguiendo los acontecimientos con muchísimo interés. "Que nos invadan, que nos vuelvan a conquistar, que pase lo que sea, pero que nos liberen de este secuestro".

Hablar de política es complicado. Bueno, es complicado hasta que hablas con las personas. Y sí, es cierto: no he hablado con los chavistas que se quedaron allí. No puedo ser imparcial.

Un abrazo.