Febrero termina como si nunca hubiera existido, como si en vez de llamarse febrero se llamase enero o marzo a pesar de esa pequeña característica, casi invisible, de durar menos. Porque febrero no sabe, nunca lo ha sabido, que es raro.
Con el calor han regresado los insectos, que no conocen de estaciones ni de cambios climáticos ni de máquinas rodantes en Marte dirigidas por control remoto a través del espacio.
Pienso: "todo es raro", y a continuación caigo en la cuenta de que ya lo era antes, mucho antes, de que yo lo escribiera.
jueves, 28 de febrero de 2019
Veintiocho de febrero
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2 comentarios:
El úlyimo párrafo me parece fascinante, porque me deja pensando y me digo "¡Es cierto!"
Todo es raro, Nán. Por eso escribimos y, al hacerlo, exploramos. Intentar comprender lo raro o, al menos, dar testimonio.
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