viernes, 2 de agosto de 2019

Dos de agosto

A las once y media iremos a buscar a Paula a la estación de Delicias, en Zaragoza. Es precioso que un barrio -y una estación de tren y autobuses- se llame Delicias. El lenguaje y las palabras son preciosos, tesoros pequeños que utilizamos constantemente sin darnos cuenta de su potencia, de su poder.

Atardece lentamente en el privilegiado horizonte urbano frente a nuestro piso, libre de edificios. No sé si mi hija vendrá cenada, pero voy a hacer a una pizza casera de atún y champiñones. Y también ha quedado algo de las alcachofas con guisantes y jamón que comimos al mediodía. Y tenemos tomates rosa de Barbastro, y mozarella de búfala, y albahaca, y paté, y fuet, y jamón bueno. En mi familia la comida es una religión.

Pero hace calor. Escribo estas letras al auxilio de un ventilador (en Zaragoza no tenemos aire acondicionado, algo que tendremos que resolver más temprano que tarde). Me ha gustado mucho escribir: "escribo estas letras al auxilio de ". Me ha hecho sentir, durante unos segundos, heredero de una larga tradición de náufragos. Aunque, ¿quién no es un náufrago si se mira en el espejo? Hoy en Tuiter leí algo que me gustó mucho: "Tú eres tu problema". Por supuesto que sí. Mírate en el espejo ahora mismo y dite a ti mismo que no eres ni tu problema ni un náufrago. Luego recuerda el sabor de la comida, la alegría del amor, el sexo, los sueños.

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