En este mismo instante
me siento vacío.
No triste, no
desgraciado, sencillamente
vacío. Escucho a
unos niños chillar
en la calle, jugando, y
me da igual. Es
como si
durante unos minutos
hubiese dejado de tener
sentimientos. Sólo
apatía, aceptación
sin juicio.
Ni siquiera me preocupa.
miércoles, 14 de agosto de 2019
Catorce de agosto
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