sábado, 24 de agosto de 2019

Veinticuatro de agosto

Hoy me levantado desafinado, víctima de una desagradable sensación vertiginosa que, por desgracia, conozco bien. Hacía tanto tiempo que no me ocurría que ya casi la había olvidado. Lo que a las personas que nunca han padecido ninguna enfermedad mental les cuesta entender es que yo hoy, por ejemplo, estando de vacaciones, habiendo dormido bien, etcétera, me haya levantado mal, con la cabeza desafinada sin motivo alguno. Ya he aprendido que no debo buscar razones ni entrar en bucle, sino dejar que pase y se vaya y, si eso no sucede, recurrir a la química, que conmigo es lo único que funciona. Hasta ahora no ha sido necesario, y noto cómo poco a poco la conocida sensación va diluyéndose. Odio a mi cerebro cuando se empeña en fastidiarme. Me conoce mucho mejor él a mí que yo a él, y se aprovecha de ello. Qué cabrón.

Sin comentarios