Me conmueve, y no sólo en invierno, el contraste entre nuestros corazones latiendo detrás de las costillas y la inmensidad del espacio más allá de las nubes y la atmósfera que, mágicamente, nos protege. Aquí este calor de la carne, su morbidez, y algunos pocos kilómetros sobre este sitio en el que escribo el silencio gélido de las estrellas y la oscuridad entre ellas.
Mi vida cotidiana y el mundo en general me parecen un misterio que cada día debo articular de alguna manera para no volverme loco. También el amor.
jueves, 10 de enero de 2019
Diez de enero
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4 comentarios:
Voy a dar mi comentario, lo que siento leyéndote, mañana, o quizá hoy más tarde.
Un abrazo
PD: Fue un encanto de leer de un solo tirón diez entradas de ti. Como puedes ver me paré un par de veces, para hacer café, y para pensar sobre lo que ecribiste.
Pues yo voy a contestarte en este post a todos tus comentarios anteriores: soy feliz de verte por aquí, ya ves en qué lío me he metido, pero los vagos de bellota como yo necesitamos obligaciones. Escribir algo cada día, a veces algo reposado, a veces un destello, un momento. Lo echaba de menos aunque a veces, como ahora mismo, me arrepienta porque las horas pasan muy deprisa. Deberé buscar en mi corazón.
Un abrazo fuertísimo, Jan. Y otro para Aafke. Y otro más.
Ese contraste es conmovedor. El proyecto de libro en que Aafke y yo estamos envuelto, Puertos del Mundo, y que nos lleva no solamente a visitas lejanas (bueno, no tan lejana desde la perspectiva del cosmos, más bien cerquita!) como Los Angeles y Shanghai, sino también a 'viajes' en la historia humana de nuestro planeta, también puede ser conmovedor cuando te imaginas como nuestros antecesores navigaron el gran océano incognito.
Un abrazo grande
Es un proyecto muy ambicioso, os deseo toda la suerte del mundo.
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