Hoy, aprovechando las vacaciones, he ido a la peluquería. Voy cada dos o tres meses, me rapan al uno o al dos y así aguanto un montón de tiempo sin tener que ir, porque no hay nada, salvo comprarme ropa, que me aburra y odie más. Es gracioso, porque a veces llevo la barba más larga que el cabello de mi cabeza, y entonces parezco un viejo vikingo con cara de mala hostia y cuerpo de siesta. O eso me gusta creer.
Niebla todo el día sobre Barbastro. No tan cerrada como las que teníamos en Binéfar pero persistente, quieta y ajena a nuestro ir y venir y las teorías científicas y los últimos descubrimientos paleontológicos.
Algo que siempre me ha fascinado de la naturaleza es que, para empezar, no sabe que se llama naturaleza. Sí, ya sé, parezco idiota o tonto, y no descarto en absoluto que lo sea (hablo absolutamente en serio). Pero esas cosas siempre me han llamado la atención. Un tiburón jamás sabrá que los humanos le llamamos tiburón. ¿Cómo nos llamarán a nosotros los animales que han contactado con los humanos? ¿Qué opina la lluvia de que los niños salten con sus botas de agua en los charcos?
martes, 15 de enero de 2019
Quince de enero
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10 comentarios:
Montaigne se preguntaba, "cuándo juego con mi gata, ¿cómo se que ella no juega conmigo?"
Siempre es un gran placer leerte.
Un fuerte abrazo, Jesús
Fernando, ayer,leyendo el primer tomo delos diarios de Iñaki Uriarte, leí esa cita, que me pareció maravillosa.
Hoy he leído, como todos los miércoles, la columna de Aroa Moreno. Se titula This is water y el primer párrafo es este. ¡Qué grande es David Foster Wallace!
La vida es agua: que se nos va entre los dedos, visible solo en la tormenta. Nos inunda imprevisiblemente los sótanos. Nos cala hasta el hueso porque siempre suele llover cuando te has dejado el paraguas en casa. David Foster Wallace (EEUU, 1962-2008) utilizó una parábola cómica para arrancar un discurso pronunciado en el Kenyon College de Ohio en 2005: Dos peces jóvenes están nadando y se encuentran con un pez más viejo que avanza en sentido contrario y que les saluda y les dice “Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?”. Y los peces jóvenes nadan un poco más y uno de ellos le pregunta al otro: “¿Qué diablos es el agua?”.
Iba cada dos meses y me rapaba al uno (en primavera-verano) y al dos (en otoño invierno).
Por lo que tú sabes, he estado 4 meses sin salir de casa, salvo para ir en taxi a un médico. El pelo creció, me lo he visto por detrás en el espejo del ascensor y he decidido no cortármelo. Todo lo más, cada seis o siete meses a recortar las puntas.
Es mi único regreso posible a la juventud.
Nán,¡qué casualidad!, ayer terminé de leer el tercer tomo de los diarios de Iñaki Uriarte.
Saludos
Fernando, Nán, un abrazo fuerte.
¿Quién es Iñaki Uriarte? ¡Fantástico internet! Ya sé que es un escritor, crítico, etc., y en la reseña que he encontrado de algunas de sus frases, reproduzco esta que me consuela una barbaridad:
"Siempre que alguien menosprecia la «literatura de evasión» pienso que está haciendo un elogio de la cárcel".
P.D.: hoy tocaba semáforos (y no soy un robot) jejeje
Odio profundamente ese sistema de cribado de los comentarios, pero no puedo eliminarlo. ¿Seguro que no eres un robot? ¿Y si lo fueras? Tal vez no me importaría que un robot comentase en mi blog.
Tengo referencias de Iñaki Uriarte, pero el tiempo que me ha sido dado es limitado. Voy por partes.
Hala, me voy a demostrar que no soy un robot. Qué cruz.
Me gusta tu perspectiva y coincide un poco con lo que amo: el mundo preverbal.
Un abrazo
Fernando, qué bien compartir con lectores que no conozco las menciones a unos libros que para mí están siendo importantes.
Giovanni, en referencia al mundo preverbal estoy seguro que conoces la cosmogonía de los aborígenes australianos, de lo que ellos llaman el tiempo de los sueños. El mundo se creó a medida que los primeros hombres salieron del mar y comenzaron a poner nombre a las cosas que todavía no existían. Pronunciaban "roca" y se creaba la roca, pronunciaban "serpiente" y aparecían las primeras serpientes. Es maravilloso.
Un abrazo.
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