jueves, 14 de marzo de 2019

Catorce de marzo

Otro día se apaga lentamente. Socialicé muchísimo por la mañana y por la tarde me recluí en el silencio, la siesta y esta mesa pequeña junto a mi cama, ahora. Este es mi momento. Nada extraordinario me sucedió, salvando el hecho de conocer a decenas de personas que no conocía y, de vez en cuando, sentir una conexión especial con ellas.

Por la mañana, yendo a trabajar, los aviones habían dejado líneas blancas de su rastro en el cielo azul. Un gato callejero salió de debajo de un coche, un macho con una oreja mordida, la cola rota y el aspecto de un pirata: un superviviente.

Delante de mí unas niñas sudamericanas en vez de caminar bailaban y saltaban rumbo al colegio, sus pequeñas melenas de un negro azabache moviéndose de un lado a otro, las mochilas rosas en su espalda. Me conmovieron hasta el hueso.

Al llegar a la agencia ya había dos personas esperando fuera. Les dije: "Abrimos la atención al público a las nueve".  Me contestaron: "Vale, vale, tranquilo, ya esperamos".

El día que ahora se apaga lentamente comenzaba entonces. Cada día es la metáfora de una vida, y lo mismo sucede al revés.

6 comentarios:

Elvira dijo...

Genial.

Un beso

Jesús Miramón dijo...

Otro para ti, querida.

NáN dijo...

Pedirte tranquilidad a ti. El hombre más tranquilo al oeste de Pecos.

Jesús Miramón dijo...

Bueno, tan tranquilo... Ya me gustaría, ya. Un abrazo. Eso sí: lo intento.

andandos dijo...

Bueno, suele ser tranquilo.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Bueno, José Luis, ya sabes que una de mis películas favoritas entre todas es "El hombre tranquilo", de John Ford. Por ella acabé visitando Irlanda y los lugares donde se rodó.

Soy tranquilo, es verdad. Cada vez más. La testosterona desciende poco a poco. Un abrazo.