Hemos ido a visitar a mis padres caminando. Desde nuestra casa cuesta media hora más o menos. Me ha sorprendido un poco ver lo sucias que estaban las calles de Zaragoza, o tal vez fuese efecto de la luz, que se desvanecía poco a poco mientras se encendían las farolas. La gente tomaba copas y tapas en innumerables terrazas. Hemos pasado, tanto en la ida como en la vuelta, frente a un gimnasio donde podías ver a las personas corriendo en cintas móviles pues en vez de pared había un inmenso cristal.
Al llegar a la casa donde me crié nos hemos encontrado con mi hermano Carlos y Concha, nuestra cuñada queridísima. Ellos se han ido al cabo de un rato a buscar a mi sobrino Diego, que estaba en casa de un amigo, y Maite y yo nos hemos quedado con Jesús y Nati un rato más. Ochenta y tres y casi ochenta años. Hoy mi madre estaba mejor que la última vez que fuimos a verles, así que he vuelto a casa más animado, aunque con una consciencia muy clara de que ya hemos entrado, como hijos e hija, en una etapa muy concreta de nuestras vidas y, sobre todo, de las vidas de nuestros padres amados.
Al llegar a nuestro apartamento he venido al cuarto de mi hija con un bourbon con hielo y aquí estoy, escribiendo mientras escucho una obra que descubrí hace poco y desde entonces no puedo dejar de oír. Parece mentira que tras tantos años de música no la conociera, pero cuantas más existirán. Es el precio que pagamos: vivimos fugazmente, pero tal vez por ello lo hacemos con más intensidad.
sábado, 30 de marzo de 2019
Treinta de marzo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Tiempos duros por delante...
Lo siento.
Un abrazo
Sí, pero en mi caso es lo natural. Tú me entiendes.
Es inevitable.
Un abrazo.
Nos alegramos de la mejora de tu madre.
Y el himno, impresionante.
Bueno, es lo que toca ahora. Después iremos nosotros, y después de nosotros nuestros hijos, etcétera.
Qué buena esta obra de Tchaikovsky, ¿verdad? Es maravillosa.
¡Yo tampoco la conocía, ni de nombre! Efectivamente, parece mentira.
En cuanto a lo otro, ya lo has dicho todo: ánimo.
Un abrazo, Porto.
Publicar un comentario