Con la hora de la cenicienta acercándose poco a poco me asomo a la ventana y contemplo el cielo en el que brillan algunas pocas estrellas, rebeldes contra la contaminación lumínica de mi pequeña ciudad. Aún así me atrevo a hacer una fotografía donde, para mi sorpresa, tras haber eliminado el flash, aparecen. La cuelgo en instagram, lugar que complementa a Las cinco estaciones en el proyecto de hacer un diario de este año dos mil diecinueve en el que cada día doy testimonio visual y textual de mi vida cotidiana. Aviso, la mayor parte de las fotografías son terriblemente malas, como sucede aquí con los textos. Pero es mi proyecto.
En mi casa la cena es un pequeño sálvese quien pueda. Ni siquiera cenamos juntos. Cada uno se prepara algo y cena cuando le viene bien. Yo me haré una tostada caliente con gorgonzola y anchoas, probablemente, pero Maite tiene brócoli y Carlos seguramente se hará huevos fritos con longaniza o algo así. Vamos por libre. Comemos juntos, eso sí, pero la cena es como un territorio de libertinaje, lo cual me encanta porque puedo estar aquí escribiendo sin presión de ninguna clase.
Pienso que es importante que existan momentos así, en los que cada uno, pese a formar parte de una familia, pueda hacer lo que le salga de las narices sin reproches sino más bien agradecimiento. Cuando mis hijos eran pequeños no podíamos permitírnoslo, obviamente, pero ¿ahora? Campi qui pugui. Campo abierto. Y me encanta. Bona nit, amigas y amigos míos. Buenas noches también a quien pase despistado por aquí. Sólo es un diario, nada más.
jueves, 21 de marzo de 2019
Veintiuno de marzo
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5 comentarios:
A ver qué día miro tu instagram. Seguro que las fotos no son malas. Mañana, seguramente, iré a Barbastro, de visita al hospital.
En fin
Un abrazo
¡Anda! Y yo perdiéndome la mitad ilustrada de tu día a día... mira, menos mal que has puesto en enlace porque a mí me han gustado mucho tus fotos, muy cotidianas, entrañables y cachondas, sobre todo tus autorretratos. Y además con comentarios, ¡la leche!, no tienes que adivinar el porqué de fotografiar una lata de berberechos.
¡Qué bien! Porque me gusta tu blog y ahora también tu istagram. Gracias por compartirlo con nosotros. Al final, unos desconocidos te conocemos más que los de tu pueblo.
Me ha gustado el urinario y comentarios. Enhorabuena por la reseña en ese periódico (¿el cruzado aragonés o algo así?) sobre tu oficina.
En fin, Jesús, que tienes una cara de buena gente que pa qué. Es un gusto seguirte. Desgraciadamente vivimos muy lejos, si no, me encantaría conocerte y darte un abrazo, porque pareces (bueno, seguro que lo eres) un tipo muy achuchable (con toda castidad y siempre con permiso de Mayte).
Un abrazo.
José Luis, mis fotos son horrorosas, pero hay que verlas como quien ve un álbum familiar en vez de ir a una exposición.
un abrazo.
Marisa, ¡pero si mis fotos son horribles! Algún texto mío podría salvarse, pero las fotografías... Aunque bueno, forma parte del proyecto de este año.
Me encanta parecerte achuchable. Me encanta ese verbo: achuchar. No sé qué tan lejos vives de aquí, pero si alguna vez pasas cerca de Barbastro, en Huesca, me lo dices y tomamos juntos un vino -o dos- del Somontano, que está muy bueno.
Un abrazo.
¡Venga ya! No son horribles, a mí no me lo parecen, aunque no entiendo nada de fotografía, y eso que mi marido es fotógrafo. Debería saber algo más. Pero sólo sé lo que me gusta y lo que no, y tus fotos me gustan. Ah, y las de tu cuñado más.
Vivo en Madrid, o sea, a tomar por saco de todo. O a tiro de piedra de todo, según se mire. Para mí es muy lejos. Pero si alguna vez paso por tu provincia, por supuestísimo, un somontano, bien.
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