lunes, 13 de abril de 2009

Granizada

El sábado por la tarde fuimos a la sierra de San Quílez con mi hermano Carlos y su familia. Apenas habíamos iniciado el paseo cuando se puso a llover. Regresamos a los coches justo a tiempo, pues al cabo de pocos minutos comenzó a granizar tan violentamente que decidimos refugiarnos bajo un puente de la carretera. Mis pequeñas sobrinas asistieron, entre asustadas y entusiasmadas (como los adultos), al espectáculo de la naturaleza. Después la tormenta, con el mismo estrépito con el que había llegado, se trasladó a otro lugar.


sábado, 11 de abril de 2009

Milímetro

También en la oscuridad de la noche
crece bajo la lluvia,
milímetro a milímetro,
la cebada.

viernes, 10 de abril de 2009

Herencia

Con el estómago lleno caminé por el huerto de mis padres. Aparté a mi paso las ramas de los olivos. Admiré las flores del cerezo, los ajos tiernos, las habas. En la parcela de las acelgas garrafas de plástico vueltas del revés sobre palos verticales hacían el ruido suficiente para espantar a los pájaros, balanceadas por el viento. La tierra blanda se hundía bajo mis pies. Pensé en nuestro legado: no la modesta propiedad sino su decencia, aquella pulcritud casi oriental, la limpieza de sus trazos bajo el cielo.

martes, 31 de marzo de 2009

Último día

Último día de marzo. Cada uno desde el primero quise compartir algo: un plumón de ave, una piedra blanca, caracolas vacías en las que suena el mar. Cosas que encontraba, cosas que tenía. Cada día desde el primero sin saltarme ninguno, esa fue mi intención.

El invierno comienza a hacerse pequeño detrás de nosotros, un suspiro de niebla arrastrado por la corriente mientras Abril ahí viene: lozano, virgen, impertérrito. Qué misterio tan grande es el nuestro.

lunes, 30 de marzo de 2009

Trigésimo día

Hay un zueco azul en el arcén de una curva. Dos picarazas que comen los restos de un animal aplastado huyen dando saltos cuando me acerco a toda velocidad y paso sobre su desayuno. Han aparecido tantas flores amarillas en las laderas, de un día para otro como quien dice, que resultan casi absurdas, irreales como una plaga alienígena. Al final del paisaje brilla la nieve en la lejana cordillera. Ah, cómo me gustaría aparcar en un camino, subir a cualquier loma cercana, relajar los músculos y, como sucede en mis sueños, alzar levemente la mandíbula para elevarme en el aire y volar.

domingo, 29 de marzo de 2009

Vigesimonoveno día

A las seis y media de la mañana, las cinco y media de ayer antes del cambio horario de esta madrugada, he despertado a Carlos para ver juntos la primera carrera del mundial de fórmula uno de este año. Los dos nos hemos alegrado por la victoria de Jenson Button, un piloto a quien muchos daban por acabado, y en cuanto a Fernando Alonso, bueno, para lo mal que le ha ido todo el fin de semana puede darse por contento con su quinto puesto y los cuatro puntos. Tumbados cada uno en nuestro sofá, bien arropados con unas mantas, ni siquiera nos hemos dado cuenta del amanecer de este día (único, irrepetible).

viernes, 27 de marzo de 2009

Vigesimoséptimo dia

Escribir cada día así, de este modo, sin intención de crear una historia o un libro, escribir por escribir, escribir para compartir, para caminar, escribir, por ejemplo, tengo lumbago y titilan, cercanas, las luces de la manta eléctrica, escribir que nunca me encontraré pues avanzo siempre escapándome de mí, escribir que llueve y que no llueve, que me he despertado, que me voy a dormir, que me he despertado, escribir cada día así, de este modo, mantra, letanía, ceniza de volcán, estratos geológicos, anillos de un árbol.

jueves, 26 de marzo de 2009

Vigesimosexto día

Oh tú que el corazón me robas cuando me miras,
no me deja tu amor ni paciencia ni vida;
no me preguntes hoy si sufren mis entrañas,
¡ojalá la pasión y la ausencia no hubiesen sido creadas!
No he probado el amor por gusto mío esta segunda vez
sino que se cumplió el destino y sucedió por azar.
En mis tribulaciones soy causa de mi ruina,
como la mariposa que ama el fuego y se quema.
Ten compasión de mí, que el alma tengo rota,
y mírame, pues ya he entregado el espíritu.

Ibn Sahl de Sevilla
(Muerto en 649 de la hégira = 1251 d.J.C.).
Versión de Teresa Garulo.
Locus amoenus, Galaxia Gutenberg, 2009.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Vigesimoquinto día

Un amigo me envía una fotografía de la antigua sala de cine "Innisfree" de San Rafael, en Segovia, cerrada desde hace algunos años. Me ha emocionado que un hombre a quien no conozco personalmente se acordase de mí en un lugar en el que no he estado nunca. Sucesos mágicos de internet y de Innisfree.

martes, 24 de marzo de 2009

Vigesimocuarto día

Las gacelas dejaron de pastar e irguieron sus cuellos, las nerviosas orejas orientadas hacia nosotros mientras cruzábamos el río. Decidieron que estábamos demasiado lejos para suponer una amenaza y volvieron a comer balanceando sus rabos de un lado a otro. Mi padre me empujó suavemente, me dijo: "Vamos, no te quedes parado, el agua es peligrosa, vamos, vamos".

Mi gente temía a los ríos, los temía aunque su cauce apenas alcanzase mis pequeñas rodillas, los temía porque en ellos habitaban oscuros monstruos de inmensos dientes blancos, sinuosas serpientes de ojos fríos, los temía porque en sus riberas solían ocultarse tigres, leopardos, hienas ladronas de niños.

Cuando alcanzábamos la playa de la orilla opuesta comenzó a llover débilmente. Mi tía mayor alzó el brazo para que nos detuviésemos a descansar un momento. Columbró el horizonte que se extendía más allá de las colinas, observó el tamaño y dirección del humo de los lejanos volcanes, cantó una oración y decidió el rumbo que debíamos seguir. Al alejarnos de allí volví la cabeza un momento y reí al ver las huellas que habíamos dejado en el barro. Yo era un niño entonces, hace un millón y medio de años.

lunes, 23 de marzo de 2009

Vigesimotercer día

Las cinco estaciones son las siguientes, a saber: primavera, verano, otoño, invierno y primavera.

domingo, 22 de marzo de 2009

Vigesimosegundo día

Duermo la siesta del domingo con una manta eléctrica en los riñones, la cabeza apoyada en la almohada contra el cabecero de la cama mientras el calor cura el dolor de un mal gesto que hice ayer. Cuando despierto la casa está en absoluto silencio. Me levanto y descubro a Maite trabajando en su mesa, me dice que los chicos se han ido a casa de sus amigos, me pregunta si me encuentro mejor, le digo que sí, le digo que la manta eléctrica es un invento maravilloso. Ella vuelve a sus papeles y yo subo a la buhardilla. La luz naranja de las seis y cuarto de la tarde atraviesa el cristal de la terraza inundando la estancia. Pienso en colonias marcianas.

sábado, 21 de marzo de 2009

Vigesimoprimer día

La globalización ha llegado a la gastronomía y hoy estamos aquí, en el huerto de mis padres, en plena ribera de Navarra, preparando a la brasa de sarmientos los trescientos calçots que Gustavo le ha comprado a un compañero de trabajo catalán que los cultiva. Luego llegarán el cordero, la panceta, las salchichas, la chistorra, el vino, los pasteles, el café, el cava, el whisky. Las niñas pequeñas corren de aquí para allá, los yayos son felices de tenernos a su lado y el sol brilla en el cielo. ¿Qué más se puede pedir?

viernes, 20 de marzo de 2009

Vigésimo día

Estoy tumbado sobre la arena. El constante batir de las olas mece mi sopor, interrumpido de vez en cuando por algunos gritos infantiles o el pedorreo de una motocicleta que pasa. No llego a dormirme, nunca he podido hacerlo en público, pero cierro los ojos mientras mi sistema digestivo hace su trabajo con el arroz, el marisco y el vino. Al cabo de un rato los abro. Veo un avión de pasajeros que se adentra sobre el Mediterráneo dibujando lentamente en el cielo el rastro blanco de su maniobra de aproximación al aeropuerto de Barcelona. Imagino a los viajeros aéreos contemplando el perfil de la costa a través de las ventanillas presurizadas, imagino cómo disfrutan del nítido contraste entre los tonos pardos y marrones de la superficie terrestre y el oscuro azul del mar. Pienso en lo extraño que resulta que ellos estén allí arriba, viéndome sin saber que existo, y yo esté aquí, tumbado en una playa de Sitges, observando el avión de alas rojas en cuyo interior sé que ellos existen.

jueves, 19 de marzo de 2009

Decimonoveno día

Mañana de muchísimo trabajo, sin tiempo casi para respirar, y por la tarde, con la comida en la boca, viaje a Lérida para las citas de Paula y Carlos con el dentista. En la clínica hace muchísimo calor y encima, como siempre, tenemos que esperar casi una hora porque llevan retraso. Cuando regresamos a casa son las siete y media y estoy cansado, muy cansado y de mal humor. Me sirvo una cerveza fría y vengo a la cama a leer un rato. Sé que cuando estoy cansado y de mal humor lo mejor que puedo hacer es desaparecer un rato.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Decimoctavo día

Escucho el estruendo de los cascos de un caballo en la calle y salgo corriendo al balcón para mirar. Todos los niños que a estas horas acuden a la escuela municipal de música hacen lo mismo que yo, entusiasmados: ¡hala, un caballo!, ¡un caballo! Las madres se lo señalan a los bebés más pequeños: ¡mira, un caballo! Levanto la vista y descubro que más personas se han asomado en otras ventanas y terrazas. El jinete, un joven con una pequeña mochila azul en la espalda, avanza al paso junto a los coches aparcados en la acera hasta llegar a la esquina, girar y desaparecer. Es entonces cuando se rompe el hechizo y la vida regresa al punto donde se detuvo. Los estudiantes de música prosiguen su camino. Los espectadores de las casas regresamos a su interior. El eco de los cascos entre los edificios se extingue poco a poco.

lunes, 16 de marzo de 2009

Decimosexto día

Tarde radiante. En la agencia apagamos los fluorescentes y trabajamos con la luz natural que entra a raudales por las ventanas. Cuando abramos las puertas al público toda esa luz se ensombrecerá a medida que algunos hombres y mujeres nos cuenten cómo y cuánto les está afectando la crisis económica. Un joven de Gambia que trabaja en unas famosas bodegas me contará que el pasado seis de marzo cobró la nómina de enero y no sabe cuándo cobrará la de febrero. Un hombre de cincuenta y seis años querrá saber en qué situación quedaría si cerrase el sitio donde trabaja, una fábrica de plásticos para la automoción que desde hace semanas está en la cuerda floja. Una chica embarazada de muchos meses me preguntará si todavía se mantiene la prestación de dos mil quinientos euros por nacimiento de hijo, yo le diré que sí, que no ha habido ningún cambio, y ella me dirá que en la calle se rumorea que van a eliminar esos gastos, me dirá que a su marido se le termina el desempleo dentro de dos meses, me dirá: "en buen momento hemos ido a tener un hijo, no sé qué será de nosotros".

Regreso a Binéfar por la carretera. La naturaleza florece ajena absolutamente a nuestras pesadumbres. Un poco más allá de la bodega de vino que no puede pagar a sus trabajadores algunos tramos del arcén parecen un verdadero jardín. La semana pasada le comenté a un agricultor lo bonito que estaba el campo y él me contestó con un refrán que no conocía: "flor de almendro, hermosa y sin provecho". Lo recuerdo mientras conduzco junto a los arbolillos de delicados pétalos blancos, hermosos, efímeros.

domingo, 15 de marzo de 2009

Decimoquinto día

No quiero ser el mejor. No quiero llegar más lejos que nadie. No quiero ser rico. No quiero ser el más original. No quiero competir, no quiero perder o vencer, triunfar, fracasar, no. Yo soy un poco más ambicioso que todo eso. Lo único que deseo es aproximarme lo más posible a la verdad.

sábado, 14 de marzo de 2009

Decimocuarto día

Avanzo a horcajadas
sobre el cuello de un elefante.

Avanzo asomado
a la proa del navío.

Bosques y océanos
se abren mansamente a mi paso.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Undécimo día

En realidad la absurda disciplina que estoy aplicando a esta serie de números ordinales, una serie que comenzó por pura casualidad al titular "Primer día" la nota del uno de marzo y que continuará día tras día hasta el treinta y uno, que se titulará "Último día", en realidad esta disciplina sin sentido, digo, debería aplicarla a la no por dinámica menos triste tarea de adelgazar. La bicicleta estática yace olvidada en la oscuridad de una habitación de arriba. El pitido electrónico de sus cuentakilómetros y cuentacalorías suena rítmicamente en mi conciencia. Bip-bip, bip-bip, bip-bip. Bip-bip.

martes, 10 de marzo de 2009

Décimo día

No sé cuánto tiempo hacía que no compraba hígado de cordero, con lo que a mí me gusta. No tenía confianza en el que venden en las grandes superficies comerciales, y además están todas esas porquerías químicas que algunos ganaderos desaprensivos dan a sus animales para que no suden y pesen más en el matadero, sustancias que, lógicamente, tienen que afectar a la salubridad de sus vísceras. El caso es que llevaba años sin comer hígado hasta que hoy en la Carnicería Rosita de Barbastro, donde compro algunas veces, no he podido resistirme a la vista de dos pequeñas piezas que brillaban en el mostrador refrigerado. Pienso hacerlo sencillamente a la plancha, pocos minutos, vuelta y vuelta, sal gruesa y pimienta. Me hace mucha ilusión recuperar aquel sabor.

Claro que el principal acontecimiento de la tarde va a ser el partido de fútbol entre el Real Madrid y el Liverpool para pasar a octavos de final de la Champions. Carlos apoyará al Madrid, su equipo de siempre, una afición heredada de sus dos abuelos (aunque mi padre siempre se resista a admitirlo abiertamente), y yo apoyaré al Liverpool, soy un poco del Barça (aunque siempre me resistiré a admitirlo abiertamente) y me gusta mucho el equipo inglés donde, por cierto, casi deben de jugar más futbolistas españoles que en el Real Madrid. Hígado y fútbol. No está nada mal.

lunes, 9 de marzo de 2009

domingo, 8 de marzo de 2009

Octavo día

Me he emocionado mucho cuando hace unas horas he visto aparecer en el escenario del Auditori Enric Granados de Lérida al mítico director Sir Neville Marriner, de increíbles ochenta y cuatro años de edad, ochenta y cinco a partir del próximo quince de abril. Caminando a grandes zancadas se ha acercado al primer violín, le ha dado la mano, ha girado sonriente hacia el público y se ha inclinado ante nuestros entusiasmados aplausos. Yo era consciente de estar viviendo un momento histórico para mi pequeño e íntimo planeta personal, tengo algunos vídeos de conciertos suyos, entre ellos el maravilloso Mesías que dirigió en Dublín con la Academy of St. Martin in the fields en mil novecientos noventa y dos, y para mí era como estar viendo al mismísimo John Wayne. Sir Neville Marriner dirigía hoy a la sección de cuerda de la Orquesta de Cadaqués, con la que colabora desde hace muchos años. Músicos de altísimo nivel, buenísimos. Ha sido un magnífico concierto que hubiera lamentado mucho perderme. No todos los días puede disfrutar uno de directores de orquesta legendarios.

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Programa final del concierto (después de que el director haya intercambiado el orden de las dos partes):

Primera parte

Ralph Vaughan Williams: Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis
Arnold Schönberg: La nit transfigurada, op. 4

Segunda parte

Samuel Barber: Adagio per a orquestra de corda, op.11
Antonín Dvorák: Serenata en mi major per a orquestra de corda, op.22


sábado, 7 de marzo de 2009

Séptimo día

Un tractor labra el campo seguido de un grupo de garcetas blancas que buscan alimento entre los terrones recién abiertos. El fuerte viento que hoy sopla no impide que una rapaz grande de color rojo sobrevuele una granja de terneros. Las fincas de cebada, vibrantes y verdísimas, se agitan de un extremo a otro emitiendo fugaces destellos de plata.

viernes, 6 de marzo de 2009

miércoles, 4 de marzo de 2009

Cuarto día

Florecen los almendros
bajo la lluvia suave.
Sístole y diástole.

martes, 3 de marzo de 2009

Tercer día

Cuando Carlos Miramón termine de hacer sus deberes me ayudará a preparar unas empanadillas. Él picará en la tabla los pimientos, la cebolla, los ajos, el tomate y los huevos duros; yo lo guisaré todo, añadiré el bonito, dispondré las obleas, las rellenaré, las doblaré; luego él las sellará presionando los bordes con las púas de un tenedor.

domingo, 1 de marzo de 2009

Primer día

Primer día de marzo. Buenos propósitos para el resto de mi vida. Qué grotesco, ¡como si a estas alturas no fuese consciente de lo perezoso y voluble que soy! Pero me gustan los comienzos (los lunes, despertar).

jueves, 26 de febrero de 2009

Poder hacer

Hoy en el trabajo he atendido a un hombre de cuarenta y ocho años. Tenía la mirada transparente de las personas gravemente enfermas y una preciosa voz de barítono, limpia y sin afectación. Hemos hablado un rato. Él comprendía todo lo que yo le iba diciendo. Durante unos segundos se ha quedado pensando, absorto, muy lejos, el brazo derecho sobre la mesa, el izquierdo sobre su rodilla izquierda, y a continuación se ha encogido de hombros, ha hecho ese gesto universal, ¿qué más podía hacer?

martes, 24 de febrero de 2009

Mar de los sargazos

Al llegar la oscuridad se escuchan con más nitidez todos los sonidos: el roce de las algas contra la quilla, el susurro de la broma atacando la madera, el perezoso chapoteo del agua quieta. Calma chicha. Sentado en el puente espero con paciencia el regreso del viento.

domingo, 15 de febrero de 2009

Una araña en la pared

Subo por la escalera hacia la buhardilla y veo una araña en la pared. Una araña pequeña que desde lejos parece negra pero al acercarme se revela marrón, tal vez vino, cereza, sangre oscura. A pesar de que no hago nada salvo acercarme a ella y observarla con curiosidad, el insecto me detecta y huye sobre el muro de color albero. La dejo ir.

Diez minutos antes me excusaba en el portal de una fiesta de cumpleaños. Vamos, entra a tomar algo, me decía la madre del homenajeado. No, no, gracias, mañana es lunes y hay que prepararlo todo, dile a Carlos que salga, por favor, le decía yo. Aparecía el padre, venga, hombre, tómate una cerveza. No, de verdad, gracias, otro día, gracias.

Oh, Dios, si hay algo que odio de llevar e ir a buscar a Carlos a las casas de sus amigos es tener que relacionarme socialmente. Aunque debo decir que todas, absolutamente todas las familias que he conocido de este modo, están compuestas por gente amable y encantadora. El problema soy yo. Me gusta mi especie, me interesa, me conmueve, pero cada día de lunes a viernes me relaciono profesionalmente con treinta o cuarenta personas distintas, así que lo que más me apetece el fin de semana es estar solo, no tener que escuchar a otros seres humanos.

Subo por la escalera hacia la buhardilla y veo una araña en la pared. Al aproximarme para observarla más de cerca huye en dirección al techo. Allí debe de tener su escondite. Su nido. Los insectos despiertan. El invierno comienza lentamente a despedirse.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Voluntad

Le digo: Si sufriese un accidente de tráfico, por ejemplo, sí, no me mires de esa manera, al fin al cabo viajo cada día, mis posibilidades estadísticas son matemáticamente mayores, escúchame, si tuviese un accidente y quedase en coma irreversible, por favor, no permitas que se prolongue mi vida artificialmente, no quiero ser un cuerpo sin consciencia condenado a respirar a través de una máquina el resto de mi existencia, no lo quiero, te lo pido, no permitas que nadie obre contra esta voluntad.

sábado, 7 de febrero de 2009

Después del ensayo

Son las dos de la madrugada cuando salimos del Chanti. Dejo a Susana en su casa y conduzco de regreso a la mía a través de calles estrechas. Arriba la luna llena me acompaña, minotauro, en el cielo negro. Subo las escaleras, introduzco la llave en la puerta, entro en el cálido espacio, cuelgo la chaqueta en la percha de la pared, me sirvo un whisky con hielo, abro el cuaderno, escribo estas pocas palabras.

jueves, 5 de febrero de 2009

Párpados blancos

Estoy sentado en una embarcación primitiva, tal vez una canoa, rodeado de personas desconocidas. A mi lado hay una mujer rubia, detrás de mí un hombre mayor, tengo la sensación de que también hay niños. Todos miramos el cielo esperando lo inevitable. Nadie dice nada cuando el sol comienza a crecer hasta cubrir todo el horizonte. El calor de un millón de volcanes evapora el agua del río. La mujer chilla cuando la luz nos arrasa. Cierro los ojos pero ya no existe la oscuridad. Mis párpados son blancos. La muerte suena como el viento.

domingo, 1 de febrero de 2009

Posibilidades

Llueve copiosamente cuando llevo a Carlos a casa de su amigo. La luz de las cinco y media de la tarde es oscura y turbia. Tras asegurarme de que ha entrado en el portal conduzco de regreso. Para tan breve trayecto no me he cambiado de ropa y visto un viejo pantalón agujereado en la entrepierna, una camisa de cuello desgastado y una chaqueta de lana cubierta de pelotillas de borra. Si me pasara algo, un pequeño choque, cualquier cosa. Cuando yo era niño mi madre tenía en cuenta ese tipo de posibilidades, decía que siempre había que ir bien limpio y arreglado por si acaso uno tenía un accidente. Lo recuerdo mientras las escobillas del limpiaparabrisas baten el cristal una y otra vez, lo recuerdo, sonrío y conduzco con mucho, muchísimo cuidado.

martes, 27 de enero de 2009

Sin título

Cada mañana conduzco hacia el oeste
con el sol saliendo detrás de mí. A los cuervos
y urracas les gusta la tierra que
mueven y apisonan grandes máquinas amarillas.
Contemplo las obras de la nueva autopista
y pienso en el amazonas. Pienso
en la luna, en marte, pienso en el futuro.

Algunas tardes regreso hacia el este
con el sol detrás de mí, su muerte comenzando
a borrar indiferente las horas y los caminos.
He recorrido muchos hasta llegar aquí, a
este instante preciso en el que escribo
"este instante preciso". No más allá,
no más lejos, no en otro lugar.

sábado, 24 de enero de 2009

El viento, el viento

El viento, el viento soplando sin cesar. Por la mañana tuve que salir a la terraza porque la cortina exterior se había soltado y, como una vela desarbolada en medio de la tormenta, restallaba violentamente contra el cristal. Pude recogerla y amarrarla al grifo de la manguera de agua. Luego me encargué de la mesa, que había sido volcada y arrastrada hacia la leña, le di la vuelta, las patas hacia arriba, y la acerqué al muro del sur, contra el viento.

El viento, el viento soplando sin cesar. Al mediodía supe que derribó un polideportivo en Barcelona matando a cuatro niños de entre nueve y quince años de edad. Estaban practicando béisbol. Pensé en mi hijo de once años muerto bajo los escombros. Durante unos segundos mi médula espinal se secó como una raíz muerta. Pronto aparecerán en las televisiones los rostros de unos padres destrozados, patéticamente ajenos a las cámaras por la incredulidad, el pánico, sus existencias rotas irremediablemente. Yo no veré esas imágenes, no, no las veré, me niego a verlas.

El viento, el viento ciego soplando sin cesar mientras el suelo gira lentamente bajo mis pies, centímetro a centímetro, minuto a minuto, adentrándose en la noche.

miércoles, 21 de enero de 2009

Kyrie eleison

Preparo para cenar conejo al ajillo que ha comprado mi mujer. A ella no le gusta pero a nosotros sí. Mientras las piezas se doran en el aceite pico una cabeza entera de ajos que añadiré luego. En el equipo de la cocina suena por enésima vez, he conseguido que la aborrezcan todos, la Gran Misa en do menor de Mozart. Bebo una copa de vino añejo casero que me regaló en navidad un antiguo compañero de trabajo ya jubilado, sabe un poco a coñac pero así bebido frío está bueno. Sé que todo esto, lo que me rodea, lo que cocino, lo que bebo, no es nada, minucias, migas, lo sé porque he leído del mundo, de la historia, del futuro imaginado, lo sé porque he viajado un poco, muy poco. Reduzco la potencia del fuego y vierto los ajos picados en la cazuela. Estoy informado sobre las guerras del presente, he estudiado algunas del pasado. Sé que el Océano Pacífico es más inmenso de lo que puedo imaginar. Comprendo el vértigo de millones de años concentrado en los estratos sedimentarios que las obras de la nueva autovía entre Huesca y Lérida han dejado al descubierto. Sé que la Tierra es nuestro único hogar, el de los muertos cuya canción canto cada día sin saberlo, el de nuestros hijos que sonríen a la luz del sol de invierno. Yo mismo soy sistema de universos bacterianos que morirán conmigo. Preparo una ensalada de bolsa, una de esas de brotes, hojas de mostaza y acelga roja tan ricas, abrir y servir, más fácil imposible, aliñada simplemente con sal, aceite de oliva y vinagre de Módena. Apago el fuego de la cazuela de conejo. El disco vuelve a comenzar en el Kyrie, una de mis preferidas. Tal vez pueda escucharla de nuevo mientras el guiso reposa un rato. Comienza la melodía, rítmica, preciosa, llena de armonía, y ahora entra el coro, primero las sopranos, luego las contraltos, después los tenores, a continuación los bajos. ¿Cómo es posible tanta belleza?



Mass in C minor, K. 427 "Grosse Messe": Kyrie - Mozart

domingo, 18 de enero de 2009

Tres y cuarto

Tres y cuarto de la madrugada. Una niebla cerrada cubre el pueblo entero. Casi todos los seres humanos a la redonda duermen con respiración acompasada, tendidos en sus cálidos lechos. Vuelan despacio sobre campos, ríos y ciudades abandonadas hace siglos; tienen relaciones sexuales con compañeros de trabajo; hablan con sus padres fallecidos. La casa navega en silencio.

domingo, 11 de enero de 2009

Consunción

Siempre me sorprende la velocidad a la que se consume la leña en la chimenea. Poco importa el tamaño de los troncos, poco importa tu estado de ánimo o las expectativas de la humanidad entera. También en eso el fuego se parece a la lluvia.

jueves, 8 de enero de 2009

Viajes en el tiempo

Anoche soñé con extraños viajes temporales donde aparecía una clínica, alguien muy parecido a Francisco de Goya, un maizal, caminos encharcados, una diligencia, un paseo marítimo de suelo enlosado con piezas de cerámica en forma de ondas.

Hoy durante la cena comenzaba en la televisión una película alemana, "El enigma de Jerusalén", tan mala que casi resultaba enternecedora, donde se contaba un viaje temporal a la época de Jesucristo. La historia arranca cuando unos arqueólogos encuentran un esqueleto de dos mil años de antiguedad y, a su lado, el manual de una cámara de vídeo de la marca SONY. Genial.

Siempre me han apasionado los cuentos y películas donde se narran viajes en el tiempo. Las paradojas imposibles, todo eso. Leí cuando era adolescente un relato maravilloso que narraba un futuro donde los condenados por motivos políticos eran sentenciados al martillo, un artefacto que los enviaba al pasado más remoto sin posibilidad de regreso. El protagonista del cuento arribaba a un lugar desolado en el que otros condenados como él sobrevivían a duras penas en un rudimentario campamento junto al mar. La escena que quedó grabada para siempre en mi cerebro es aquella en la que el exiliado se acerca a la orilla y observa perplejo unos trilobites en las aguas someras. Aunque probablemente he idealizado esa historia daría lo que fuera por volver a leerla.

Cuando imagino viajes temporales nunca imagino apariciones espectaculares en medio de la batalla de Waterloo, al pie de la cruz de Cristo o cabalgando en camello junto a Mahoma, no, lo que imagino se parece más a lo que nos sucedería si un globo aerostático nos depositase en un valle recóndito del interior de Papúa Nueva Guinea: es posible que no encontrásemos a nadie, o tal vez sí, y en ese caso en vez de indígenas barrigudos con largas calabazas a modo de estuche peneano nos toparíamos con ciudadanos romanos, con hititas, con campesinos aztecas, con hombres de Neandertal.

martes, 6 de enero de 2009

Noche de reyes

Una luz refulge en la noche, y otra, y otra, rumbo a sus objetivos. Los reyes avanzan a través de los campos dejando sobre la tierra una huella profunda, pues cargan consigo pesadas raciones de campaña, cuchillos, puños americanos, iPods, abundante munición para sus armas, mapas, planos, cantimploras, granadas de fragmentación, cámaras de vídeo en los cascos, una capa impermeable. Los reyes avanzan dejando huellas profundas en la tierra fértil. Los reyes avanzan en silencio hacia Belén.

Ventanuco

Regreso de Asturias alejándome del buen tiempo y penetrando kilómetro a kilómetro en la gélida niebla. Quedan atrás los valles verdes, sus laderas cubiertas de bosques de eucaliptos, pequeñas aldeas, una playa, dos ciudades; quedan atrás días de convivencia familiar, volver a decir mamá y papá a cada rato, ser llamado tío por las sobrinas más pequeñas, estar con mis hermanos; quedan atrás los primeros pasos de este nuevo año que suavemente comienza a precipitarse. Grande es el mundo, y tan pequeño como mi vida.