Siento que me acerco a alguna parte. He tomado decisiones estos últimos días. Decisiones pequeñas, íntimas, invisibles fuera de mi casa, pero enormes para mí y quienes me quieren. Algo parecido a, siendo un guerrero asesino, decidir convertirte en un sacerdote budista, o al revés; algo parecido a ir en contra de mi naturaleza para regenerarla. Algo parecido a descubrir, a estas alturas, cosas sobre mí que espero que todavía estén ahí.
Oigo que Carlos ha llegado a casa. Nuestro hijo, de veintidós años, es como tifón, un toro bravo atravesando un apartamento de tamaño mediado intentando no tirar ni romper nada. Es todo pasión, vida efervescente. Ahora voy a dejar de escribir para estar con ellos y cenar, como siempre, cualquier cosa.
lunes, 18 de noviembre de 2019
Dieciocho de noviembre
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