Finalmente este otoño ha terminado teniendo su tiempo para durar y satisfacerme. Es, de las cinco, mi estación favorita, y no deja de sorprenderme su belleza melancólica e insensible. Porque a la naturaleza no le importa nuestra sensibilidad o ausencia de ella, no le importan las fotografías tan previsibles que suelo hacer, no le importa nada. Si acaso, y lo escribo sabiendo que es mentira, la lenta retirada de la savia, la progresiva muerte de la fotosíntesis que termina con las hojas cayendo delicadamente al suelo. A veces me resulta agradable pensar y escribir mentiras así. Me parece que es como un tratamiento personal ante la dificultad de aceptar que nada tiene importancia. Por ejemplo: los árboles comienzan a dormir hasta la próxima primavera, desnudándose y dejando al descubierto los nidos vacíos. ¿En qué sueñan? Por ejemplo.
viernes, 29 de noviembre de 2019
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