Esta mañana, al sonar el despertador, he esperado un rato y le he dicho a mi compañera que me tomaba un día libre de los siete que todavía me quedan este año. Otras semanas hubiera sido imposible porque sólo estamos tres trabajadores, y en cuanto uno coge vacaciones, somos dos y no puede quedarse sólo uno, se volvería loco. Pero hoy estábamos los tres, así que aprovechando esa circunstancia he disfrutado de un día de fiesta de los que yo llamo robados, inesperados. Me he vuelto a dormir hasta las diez y luego he hecho mis cosas tranquilamente, sin prisa, y he salido a hacer algunos recados. El aire llegaba con el frío de la nieve en las montañas. Como pasaba por delante de la Agencia comarcal he entrado a saludar y ver cómo andaban: me ha tranquilizado no ver largas colas. He vuelto a casa caminando junto al río. Los días "robados" son los que mejor saben, no sé por qué.
viernes, 15 de noviembre de 2019
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