Están haciendo obras en el canal por el que solemos pasear y todo está hecho un desastre. Las excavadoras han arrancado mucha vegetación, incluyendo árboles. Creo que quieren ensanchar algunos tramos de la pequeña carretera y también arreglar el hormigón armado del cauce, muy deteriorado por el paso del agua y los años. En cualquier caso he caminado los seis kilómetros de rigor mientras Maite trabajaba en casa rodeada de exámenes y trabajos de sus alumnos. Los únicos pájaros que se han cruzado en mi camino han sido tres cuervos. Hoy no había nubes, sólo un cielo glauco y liso al que se asomaba un sol borroso, desvaído y sin forma, lejano, ausente. El otoño ha durado tres o cuatro semanas. No me importa porque amo el frío, pero también amaba la lentitud gradual con la que nosotros y la naturaleza pasaba del calor del verano al frío intenso del invierno tiempo atrás, hace mucho tiempo.
sábado, 16 de noviembre de 2019
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