miércoles, 4 de diciembre de 2019

Cuatro de diciembre

Preocupaciones mundanas: tengo el coche en el taller por un ruido extraño en el motor, probablemente una correa de transmisión, bueno, en realidad no tengo ni idea, y mañana por la tarde vamos a Zaragoza para, a su vez, madrugar el viernes e ir al pueblo a recoger olivas. Espero que mañana esté arreglado, si no pediré que me dejen uno de sustitución.

Ando ya pensando en los menús de noche buena y navidad. Creo que los platos principales serán rape en salsa verde con almejas en noche buena y ternasco al horno con patatas el día de navidad. Nada de experimentos, a lo seguro. Y alrededor tapeo y ensaladas y jamón bueno y croquetas de mi hermano Javier, que las hace buenísimas, y, en fin: dos pequeños banquetes.

Es un poco raro que ayer escribiese sobre la muerte y hoy lo haga sobre mi coche en el taller y lo que cocinaré en navidades. Supongo que los seres humanos somos así: capaces de pasar de una situación a otra sin remordimiento alguno. Por eso somos supervivientes innatos. Explorar la vida que nos rodea incluye también ser conscientes de eso.

2 comentarios:

Fackel dijo...

El último párrafo me interesa sobre manera, por identificación. Un matiz: no es que pensemos de un día para otro en situaciones opuestas, puede suceder a lo largo del día varias veces. A ciertas edades la consideración del fenómeno accidental y decisivo por naturaleza es una constante, aunque sea entre risas. Pero siempre hay una correa de transmisión, o un concierto al que asistir, o una tertulia o simplemente ir preparando la compra del pescado para las fechas de reunión. Qué suerte tenemos. Saludándote.

Jesús Miramón dijo...

Yo también te saludo, Fackel. Y sí, que suerte tenemos.