Conduciendo hacia Zaragoza, ya en la autovía desde hacía rato, mi compañera ha dicho con tono neutro, como si fuese un pensamiento pronunciado en voz alta, que la noche se había vuelto más oscura de pronto. He mirado durante un instante a nuestro alrededor. A pesar de las luces del tráfico podían verse algunas estrellas en el cielo. "Yo no noto ninguna diferencia", le he dicho. Ella ha permanecido en silencio mientras las ruedas de nuestra Picasso devoraban un kilómetro tras otro con la extraña facilidad de siempre.
domingo, 22 de diciembre de 2019
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