sábado, 28 de diciembre de 2019

Veintiocho de diciembre

Que el tiempo pasa muy deprisa es una perogrullada, pero cuando estás con alguien tan cercano a ti como una hija a la que no volverás a ver hasta dentro de unos cuantos meses todavía cobra más velocidad. Mañana muy temprano Paula toma un AVE a Barcelona, y desde allí un avión.

También corre más deprisa cuando te propusiste escribir algo cada día.  Entonces las horas, los grandes acontecimientos y los muy pequeños, tan abundantes, se precipitan en la cascada del fin del mundo plano que imaginaban algunos antiguos.

Viniendo desde Barbastro a Zaragoza una niebla cerrada cubría la tierra, convirtiéndola en un planeta todavía más extraño de lo que ya es. No me resulta desagradable conducir en esas condiciones, no tras todos los años que viví en Binéfar, donde la niebla es compañera permanente cada invierno.  Tampoco evito conducir de noche, de hecho me gusta hacerlo porque bajo las estrellas siempre imagino que piloto una pequeña nave espacial. Digo que lo imagino pero quién sabe, tal vez lo hago, lo hacemos, de verdad.

Paula Miramón, 28 de diciembre de 2019.

Sin comentarios