La lluvia no me aburre, el invierno y el frío no me aburren: me aburre el calor, el sudor, el sol inclemente que ahora parece tan lejano pero en algunos meses volverá a torturarnos. Cada día de lluvia, cada día de frío, es una victoria sobre la inevitable derrota que me transformará en un animal medio desnudo buscando sin cesar una triste sombra que apenas me alivie o, con suerte aunque no menos tristemente, un lugar cerrado con aire acondicionado.
Pero hoy ha llovido durante todo el día, probablemente volverá a llover esta noche, y en este mismo instante escribo abrigado con unos pantalones largos y una vieja, viejísima chaqueta de cuello alto. Qué lujo. Casi no me lo puedo creer.
sábado, 21 de diciembre de 2019
Veintiuno de diciembre
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