Después de una semana de vacaciones mañana vuelvo al trabajo. El último del penúltimo año de la década. Por la tarde iré a recoger unas botas nuevas de la horma del zapatero y también a darme rayos UVA. No tengo buenos propósitos para dos mil veinte pues los que tenía comencé a cumplirlos el quince de noviembre, y me han ido tan bien que poco a poco estoy dejando de necesitar la medicación para la ansiedad que me acompaña desde hace tanto tiempo. ¿Por qué el quince de noviembre y no "a partir del uno de enero"? Porque me di cuenta de que era absurdo esperar, una treta, un modo de no hacer nada. Y lo era.
Hemos decidido que el día uno cocinaré una paella, un sencillo arroz para tres con judías verdes, pimiento rojo, costilla de cerdo y pollo troceado. Está mal que yo lo diga pero me sale buenísima. ¿Se puede comenzar mejor un nuevo año? No lo creo. Quién sabe, quizás sea el comienzo de una nueva tradición familiar.
domingo, 29 de diciembre de 2019
Veintinueve de diciembre
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4 comentarios:
Hola, he conocido este maravilloso blog de casualidad y lo he "devorado" en un par de días. Gracias por escribirlo. Uno, al leerlo, se siente mejor. Igual de solo...pero acompañado. Gracias.
ya te echaba en falta Jesus..............ostia nen, esa paella tiene una pinta..............
Un beso, Rosa, y viva el arroz!
espero que estés disfrutando de ese arroz en buena compañia. un buen año te deseo Jesús.
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